Montoto de Ojeda, Palencia: iglesia de San Esteban

Créase o no, hay ocasiones en las que la brisa soplando suavemente por las laderas de una colina, puede llegar a semejar el dulce sonido de las olas deshaciéndose en la playa. Montoto de Ojeda, es un pequeño pueblecito palentino, cercano a Aguilar de Campóo y su entorno, que se asienta a cierta distancia de una colina a la que el viento bate por los cuatro costados, aunque en agosto, cuando estuvimos, afortunadamente había una ligera brisa de poniente; de ahí la comparación. Una distancia que, en mi opinión, puede inducir el pensamiento -o la sospecha, si se prefiere- de que la colina, en tiempos ancestrales, ya recibiera algún tipo desconocido de culto, que fue posteriormente cristianizado, cuando se levantó una pequeña iglesia románica, bajo la advocación de San Esteban.
Quizás la elección se debiera, sin ir más lejos, a una simple cuestión estratégica, pues desde la cima se tiene una inmejorable perspectiva del valle, e incluso una agradable y hasta cierto punto romántica vista de los vecinos Picos de Europa, situados, aproximadamente, a unos 60 ó 70 kilómetros de distancia. Pero como digo, son sólo meras suposiciones personales, que no pretenden, ni mucho menos, sentar cátedra.
Ahora bien, como ocurre con muchas otras reliquias románicas de la región, la estructura de la iglesia de San Esteban se ha visto más o menos alterada a través de diferentes épocas, hasta el punto de que, de su fábrica original, apenas queda la torre y la espadaña -y es posible, que ambas pertenezcan a una época posterior- el pórtico de entrada y el ábside, al que se accede a través del pequeño cementerio a él adosado.
Si bien el pórtico de entrada ofrece una sencilla ornamentación, basada poco menos que exclusivamente en los motivos vegetales de los capiteles, el trabajo realizado por los canteros en los canecillos absidiales, sí denotan cierto talento y calidad. Curiosamente, volvemos a encontrarnos aquí al músico con una vihuela entre sus manos, si no igual, al menos extraordinariamente parecido en su factura al que podemos contemplar también en el ábside de la iglesia de Santa Cecilia, en el vecino pueblecito de Vallespinoso de Aguilar. Junto a él, un personaje, hemos de suponer que determinativamente eclesiástico, lee con atención un libro abierto que tiene entre las manos. Al contrario que en otros casos, en los que el cantero deja una señal o incluso su nombre -un buen ejemplo de ello, lo podemos encontrar en la iglesia de San Miguel, situada en la población soriana de San Esteban de Gormaz- las páginas de éste libro están totalmente en blanco, quizás preconizando un futuro que aún está por escribirse.
Este detalle, me recuerda la imagen pétrea de San Frutos con un libro entre sus manos. Se trata del Liber Vitae o Libro de la Vida, al que acompaña la leyenda de que todos los años, en la mágica noche de San Juan, los dedos del santo pasan página; y así ha de continuar, año tras año, hasta llegar al momento en el que con la última página del fatídico Libro, se alcance la consumación de los tiempos y la humanidad llegue a su fin. Esperemos que éste no sea el caso, aquí en Montoto, y si el personaje en cuestión representa a San Esteban, uno de los primeros mártires cristianos, supongamos que tan sólo se trata del Libro sagrado por excelencia: la Biblia.
Curioso resulta, no obstante, un tercer personaje que se localiza entre estos dos. Sólo se muestra de torso desnudo, aunque, por su posición, recuerda el mascarón de proa con el que antiguamente se dotaba a los veleros. Se aprecian unos manos sujetando, tal vez acariciando su cintura, lo que puede dar motivo a plantearse una posible reminiscencia erótica aunque, de ser ese el caso, constituiría una visión bastante conservadora del tema por parte del cantero.
También aquí está presente el tema de la dualidad, si tal interpretación es posible, en base a los animales fantásticos que, enfrentados, copan los motivos principales de los capiteles adosados a los ventanales del ábside.
Debajo de éstos, se localizan algunas marcas de cantería, así como dos elementos curiosos que, utilizados como sillares, representan parte de un ala, en un caso, y un motivo en el que se aprecian círculos concéntricos con una pequeña cruz en el medio, de los que cabría suponer -es otra apreciación personal- fueran piezas rechazadas en el taller cantero por contener algún defecto o error indeterminado. En el caso del ala, su origen podría haber sido un capitel desdeñado, sirviendo el otro motivo como modelo para una posible estela funeraria.
Al contrario que en otros templos de la provincia, aquí no tuvimos la oportunidad de entrar. De manera que completo los elementos de interés del interior, tomando como referencia los comentarios de Julio César Izquierdo, quien en su guía del románico palentino, comenta la existencia de un capitel en el que se representa una Adoración de los Magos y otro, cuyo motivo es Daniel entre los leones.


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