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Mostrando entradas de junio 9, 2024

Un paseo por la catedral de Tarazona

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  Frontera natural con Soria y situada, además, a escasos kilómetros de ese sublime accidente geográfico, constituido por uno de los montes más misteriosos y legendarios de España, nada menos que su gloriosa Majestad, el Moncayo, la ciudad de Tarazona es, en sí misma, una de las grandes joyas patrimoniales de la antigua Corona de Aragón. Su monumental belleza, donde, a poco que se fije la vista del sorprendido viajero, tendrá la sublime sensación de encontrarse en otra genuina capitalidad del Arte Mudéjar, queda patente e las formidables torres de sus iglesias y muy especialmente, en las de su insólita catedral, donde sobresale, como un inaudito espejismo, su maravilloso cimborrio de forma octogonal. De hecho, es, por artificioso que tal comentario pueda parecer, una más de las admirables maravillas que conforman este imponente conjunto arquitectónico, que es una catedral, la de Santa María de la Huerta -recordemos esta curiosa advocación, pues la encontramos también en uno de los más

El románico de San Martin de Hoyos

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  A poco más de dos kilómetros de Olea, San Martín de Hoyos es otro pueblecito de Cantabria, que no sólo nos deleita con su pintoresca arquitectura rural y esos fértiles valles donde todavía la economía de los aldeanos está basada e los frutos de la tierra y en una ganadería donde impera la presencia, sobre todo, del ganado vacuno, que, recordemos que ya desde el Neolítica era moneda de intercambio tan importante como el oro. Se trata de otro de los lugares, además, donde se puede seguir la huella de aquellos misteriosos canteros medievales, que, posiblemente operando desde la costa y la montaña, encontraron unos caminos más fáciles de seguir, en dirección a las tierras de Palencia y por defecto, a la Meseta castellana, donde esperaban encontrar más y quizás, mejores oportunidades para poner en práctica su arte y ganarse el sustento. De tal modo, que, en el centro del pueblo, metro más metro menos, volvemos a encontrarnos con otra iglesia románica, algo más grande que la de San Miguel

Rioseco

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  A una insignificante distancia de Bárcena de Pie de Concha, diríase que idílicamente perdido entre montes donde predominan los hayedos y los robledales, ocultando el trazado de las antiguas calzadas romanas que señalan la importante presencia de las legiones imperiales en esta zona del norte de España y donde se combinan, además, fértiles prados que constituyen el sustento principal de una ganadería vacuna tradicional, un pueblecito, que apenas alcanza los habitantes suficientes como para ser algo más que una pequeña aldea, combina, a partes equitativas, el arte supremo de un entorno natural envidiable y la huella de esas misteriosas compañías de albañiles medievales, las cofradías de canteros, que hicieron de la arquitectura sagrada verdaderos poemas en honor a Dios. En este sentido y alternando el protagonismo con las antiguas casonas, que, en la mayoría de los casos, todavía conservan parte de los arcos naturales de entrada y el testimonio epigráfico de las poderosas familias que