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Mostrando entradas de abril 18, 2010

Agüero: iglesia de Santiago

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S ituada a cierta distancia, pero no obstante enfrente del pueblecito de Agüero y el espectacular telón de fondo de sus famosos Mayos, la iglesia de Santiago constituye una exquisitez artística, capaz de atraer por sí sola incontables visitas. Modelos, símbolos, señales compañeriles y un número indeterminado de detalles, cuando no de verdaderos enigmas, son sólo algunos de los alicientes más destacables de cuantos conforman este singular puzzle histórico-artístico. Un puzzle histórico, como digo, y a la vez artístico, que gira, no obstante, alrededor del eje fundamental de una figura -por más señas, enigmática, como no podía ser de otro modo- cuya impronta personal parece que caló profundo en no pocos de los templos de la provincia, así como también en templos de provincias vecinas, hasta el punto de identificarse su rastro, en lugares de indudable importancia, como San Juan de la Peña, en Jaca y San Pedro el Viejo, en Huesca capital. D icen los expertos, refiriéndose a este Maestro d

Agüero: iglesia de San Salvador

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A güero, pequeña pero inolvidable población oscense que, aparte del esplendor sobrenatural de los Mallos que llevan su nombre, atrae a todo apasionado por el Arte en general y por el románico en particular, con dos elementos dignos de admiración: la iglesia de San Salvador, enclavada en pleno casco urbano y la soberbia iglesia de Santiago, situada, aproximadamente, a un par de kilómetros más allá, en lo más elevado de un paraje natural de singular belleza. S i bien es cierto que, al contrario que ésta, del románico original apenas sobrevive la portada y poco más en San Salvador, no es menos cierto que dicha portada, influida por la figura simbólica y centralizada del Pantocrátor, reviste detalles importantes, no exentos de interés. P osiblemente porque no tenga relación con el mensaje evangélico imaginado por el Magister en cuestión -posiblemente el mismo o perteneciente a la misma escuela que el que trabajó en la iglesia de Santiago- y porque, aparte de constatar su presencia en nume

Salud y Románico

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Y o lo veo de la siguiente manera: imaginemos que estamos a 28 de marzo, y amanece un domingo de Ramos verdaderamente espléndido. Frente al hotel, al otro lado de la carretera, el sol dora, con mimo progresivo, las milenarias piedras de la iglesia de San Salvador. Apenas pasan unos minutos de las ocho de la mañana, pero allí, en lo más alto de su espectacular torre mudéjar, las cigüeñas hace rato que han comenzado su actividad vespertina; algunas, incluso, fortificando aún más sus ya de por sí amplios y confortables nidos. Por el contrario, diminutos pero altaneros en su creciente número, los gorriones reivindican su espacio vital en las ramas de los árboles que circundan la avenida, y de hecho, uno de los laterales de la iglesia. Un grajo, sin duda más grande y fuerte, pero incapaz de enfrentarse solo a la inquieta turba de gorriones, levanta enfadado el vuelo, perdiéndose por encima de la azotea del hotel. Aún hay tiempo, antes del desayuno, para acercarse hasta la magnífica portada