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Mostrando entradas de septiembre 27, 2009

Un misterio gótico: la Virgen de la Flor

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O curre a veces, que uno visita lugares en los que no espera encontrarse, en menor escala, desde luego, exposiciones artisticas que muestran objetos maravillosos, desconcertantes y posiblemente únicos en su género, que bien pudieran haber brillado en exposiciones de cierta relevancia, como puede ser, sin ir más lejos, la presente edición de las Edades del Hombre, que se celebran en Soria. M edina de Pomar, capital merindense, guarda un buen número de tesoros; muchos de ellos, dignos de un atento vistazo. Si bien es cierto que el románico apenas encuentra testimonio en sus edificios más emblemáticos -si exceptuamos unos indicios apenas reconocibles en la estructura externa de su iglesia de la Santa Cruz- también lo es el increíble y valioso conjunto artístico que atesora, como si de un arca se tratara, en el monasterio-convento de Santa Clara. U no de ellos, por supuesto, es ésta preciosa talla gótica que, como es habitual en este tipo de imágenes, apenas se tienen referencias, y a fal

El tesoro pictórico de Sacramenia

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S i el gótico constituyó una auténtica revelación arquitectónica en su época, revelación en la que muchos -incluido el gran maestro Fulcanelli- presienten la sombra incierta pero alargada del Temple, no es menos cierto que influyó, también, en las artes plásticas que habrían de decorar, siguiendo los patrones pedagógicos establecidos previamente en el arte románico, las paredes y los ábsides de los templos. El mejor ejemplo, en Sacramenia, lo encontramos en la iglesia de Santa Marina y los magníficos frescos de su ábside, fechados en los siglos XV-XVI.

Tesoros ocultos: la pintura románica

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N o cabe duda de que la peste, cuando asoló Europa, mermando considerablemente su población, nos privó, también, de auténticas obras de arte, auténticos tesoros, que solían decorar, magistralmente, ábsides y paredes de templos con una estética y pedagógica razón de ser. M uchas de estas pinturas, permanecen incógnitas bajo varias capas de cal, esperando que la casualidad, disfrazada bajo la apariencia de obras de reforma, las saque definitivamente a la luz, liberándolas de un olvido de siglos. Otras, seguramente más afortunadas, se han visto en parte liberadas de este olvido, no obstante -¡homo irae!- para continuar languideciendo, sin que su existencia altere para nada los planes de restauración y conservación de unos organismos oficiales que parecen obviar que los impuestos que con tanta saña nos aplican y engrosan sus arcas, son, también, para que no se olviden precisamente del cometido de su competencia. Y en ese cometido, quedan incluidos esa gran cantidad de comunidades rurales