Entradas

Mostrando entradas de 2010

Revilla de Collazos, Palencia: iglesia de San Andrés

Imagen
N os encontramos aquí, frente a un templo que, como en muchos otros casos, ha visto muy modificada su primigenia estructura románica, hasta el punto de que, al menos del exterior, apenas ha sobrevivido el ábside y quizás la torre que conforma su campanario. Sin embargo, el interior de este templo, dedicado a la figura de San Andrés, aún conserva -afortunadamente, no sólo para el investigador sino también para el amante del Arte en general- detalles de suficiente interés y calidad, como para ser tenidos muy en cuenta, haciendo que merezca la pena detenerse el tiempo suficiente y realizar una visita, por corta que ésta sea. D ichos detalles se manifiestan, sobre todo, en los capiteles absidiales, donde, aparte de la representación de un combate medieval entre caballeros -usos y costumbres de la época- volvemos a encontrarnos con otra alusión a un mito harto conocido ya en el románico palentino y posiblemente motivo y referente seguido por los diferentes talleres canteros que trabajaron p

Villanueva de la Torre, Palencia: iglesia de Santa Marina

Imagen
S ituado en los límites que separan los Valles de Santullán y Mudá, éste pequeño núcleo rural palentino que es Villanueva de la Torre, ofrece otro interesante exponente artístico en su iglesia románica de Santa Marina. Siguiendo una tradición similar a numerosos templos que se localizan en la vecina comunidad de Cantabria -Cervatos o Bolmir, por poner un ejemplo- también aquí, en Santa Marina, parte de los canecillos que componen el mensaje simbólico de su ábside, revierten a la temática netamente erótica. Curiosamente, la mayoría de éstos, y sobre todo aquellos que muestran unos desorbitados atributos masculinos al descubierto, pertenecen a la categoría de guerreros; detalle que parecen confirmar las estructuras cuadradas de sus cabezas, consecuencia directa del casco que las cubre y alusión probable a uno de los aspectos cotidianos de la época medieval: el amor y la guerra. F echada por los especialistas a finales del siglo XII, la iglesia de Santa Marina domina el pueblo desde un al

Lomilla, Palencia: iglesia de San Esteban

Imagen
L ozalizada también en los alrededores de Aguilar de Campóo, y a apenas una distancia insignificante -kilómetro y medio o dos kilómetros- de Olleros de Pisuerga y su impresionante ermita rupestre de los Santos Justo y Pastor, la iglesia parroquial de Lomilla aún conserva algunos detalles de interés pertenecientes a su original fábrica románica, bastante modificada su estructura, no obstante, a lo largo de los años transcurridos de su existencia; circunstancia ésta, que viene siendo habitual, no sólo ya en lo que respecta al románico palentino en particular, sino, por supuesto, al conjunto del románico en general. B ajo la advocación de San Esteban -uno de los primeros mártires cristianos de los que se tiene referencia- el entorno en el que se asienta ha visto surgir y posteriormente desaparecer algunos pequeños pueblos, siendo reaprovechados en su mayoría o en parte, los elementos de sus ya irreconocibles parroquias, como también la piedra de las casas que los conformaban. L os orígen

Moarves de Ojeda, Palencia: iglesia de San Juan Bautista

Imagen
E xiste una curiosa tradición, divulgada, entre otros investigadores, por Rafael Alarcón (1), que me recuerda, y mucho, la polémica existente entre ésta magnífica portada de la iglesia de San Juan Bautista, en Moarves de Ojeda y aquélla otra, localizada en uno de los lugares más emblemáticos del Camino de las Estrellas, como es Carrión de los Condes: la iglesia de Santiago. ¿Cuál se hizo primero?. ¿Cuál de las dos tiene mayor calidad?. ¿Cuál es el espejo de la otra?. ¿Fueron ambos templos realizados por la misma escuela, pero por maestros canteros diferentes?. E sta misma circunstancia, la encontramos también a escasos kilómetros de Puente la Reina, un no menos emblemático lugar del referido Camino -recordemos la máxima que se localiza en una de las entradas de la ciudad, junto a la figura inmutable del Peregrino: Y desde aquí todos los caminos a Santiago se hacen uno solo - suscrita a las portadas de Santa María de Eunate y de San Miguel de Olcoz. Interviene aquí Alarcón, en la menc

Montoto de Ojeda, Palencia: iglesia de San Esteban

Imagen
C réase o no, hay ocasiones en las que la brisa soplando suavemente por las laderas de una colina, puede llegar a semejar el dulce sonido de las olas deshaciéndose en la playa. Montoto de Ojeda, es un pequeño pueblecito palentino, cercano a Aguilar de Campóo y su entorno, que se asienta a cierta distancia de una colina a la que el viento bate por los cuatro costados, aunque en agosto, cuando estuvimos, afortunadamente había una ligera brisa de poniente; de ahí la comparación. Una distancia que, en mi opinión, puede inducir el pensamiento -o la sospecha, si se prefiere- de que la colina, en tiempos ancestrales, ya recibiera algún tipo desconocido de culto, que fue posteriormente cristianizado, cuando se levantó una pequeña iglesia románica, bajo la advocación de San Esteban. Q uizás la elección se debiera, sin ir más lejos, a una simple cuestión estratégica, pues desde la cima se tiene una inmejorable perspectiva del valle, e incluso una agradable y hasta cierto punto romántica vista de

Vallespinoso de Aguilar, Palencia: iglesia de Santa Cecilia

Imagen
C omo ocurre en el caso de Santa Eufemia de Cozuelos, hablar de Vallespinoso de Aguilar y su ermita de Santa Cecilia, conlleva detenerse unos instantes a reflexionar, considerando que conceptos como Arte y Naturaleza pueden llegar a ser indivisibles y captar la admiración en partes idénticas y proporcionales, sin que uno u otro rivalicen y se resientan. El entorno, en realidad, así lo sugiere; sobre todo cuando, a apenas unos insignificantes kilómetros de Aguilar y su flamante embalse, y al poco de entrar en el pueblo, descubrimos, como una romántica aparición, un edificio de líneas estilizadas y elegantes, mitad iglesia mitad fortaleza que, elevado sobre lo más alto de un pequeño promontorio rocoso, domina un singular vallecillo en el que, a pesar de observarse la mano del hombre, resulta difícil no detenerse un momento a pensar en aquél maravilloso Shangri-Lá descrito por James Hilton en una entrañable novela que habría de consagrar una de las películas más relevantes de Frank Capra

Palencia: Santa Eufemia de Cozuelos

Imagen
A parte de la elegancia destacable en su línea y proporción, reconozco que uno de los detalles que más me llamó la atención de esta iglesia monástica -hoy día reconvertida en propiedad privada y hospedería- fueron los campos de girasoles que, en plena expansión a principios de agosto, conferían una imagen inolvidable al lugar. Imagen que se vio fomentada, desde luego, cuando al día siguiente se nos permitió la visita a su interior que, aunque guiada, no supuso impedimento alguno para que pudiéramos gozar a nuestro antojo de ésta maravilla del arte románico palentino. En este sentido, y antes de continuar describiendo mis impresiones del lugar, me gustaría manifestar, que coincido y me congratulo con la opinión de Julio César Izquierdo Pascua (1) a la hora de alabar el excelente estado de conservación en que la mantienen sus actuales propietarios. D icho esto, que en cierto modo justifica una reivindicación a favor del cuidado y la conservación de nuestro rico e irreemplazable Patromin

Palencia: Monasterio de Santa María la Real

Imagen
U n buen ejemplo para introducirnos, en parte, en ese románico espectacular que caracteriza a la provincia de Palencia, puede ser este herido, no del todo recuperado, pero sí emblemático Monasterio de Santa María la Real. Independientemente del reconocimiento que merezcan los esfuerzos para su recuperación, llevados a cabo por la Asociación de Amigos del Monasterio de Aguilar, sí resulta incomprensible, y a la vez reprochable, que los capiteles originales continúen formando un conjunto frío e inerte, en los albaranes de posesión del Museo Arqueológico de Madrid. Tal vez, y podría ser una sugerencia a tener en cuenta, desde las asentadas cabezas de los reconocidos señóres que pertenecen a asociaciones como la anteriormente mencionada, éstas piezas únicas puedan reclamarse y retornar un día, para contarnos, desde su verdadero lugar de origen y nacimiento, una historia simbólica e histórica que, a no dudar, estoy plenamente convencido de que será genuina y de lo más interensante. U na vez

Bolmir, Cantabria: iglesia de San Cipriano

Imagen
B olmir es otro pueblecito cántabro, situado a unos cinco kilómetros, aproximadamente, de Cervatos y su espectacular colegiata. Como en ésta, también en los motivos representativos de los canes de la parroquial de San Cipriano -curiosa advocación, ante las que habrían de temer las brujas de la comarca- se localizan variados elementos eróticos, que continúan la línea desproporcionada, especialmente a la hora de mostrar los atributos sexuales masculinos. A nte tal y a priori desconcertante perspectiva, quizá no sea una cuestión baladí, plantearse ésta persistencia erótica en el románico de la región, desde el punto de vista sugerido por el extraordinario investigador Rafael Alarcón cuando, allá por los primeros años de la década de los noventa, y en un no menos extraordinario artículo para la revista Año Cero (1) comentaba que la Edad Media no sólo vivía rodeada de símbolos, sino que vivía en símbolos . L a simbología, aparte de su universalidad, constituye, también, un mundo propio que

Villanueva de Nía, Cantabria: iglesia de San Juan Bautista

Imagen
S i hay algo tan reseñable de ésta pequeña población cántabra, situada apenas a 21 kilómetros de Aguilar de Campóo, además de su iglesia dedicada a la figura de San Juan Bautista, es -y se me llena la boca cuando lo digo- la amabilidad y la confianza que sus habitantes -o al menos, una parte de ellos- depositan en los forasteros. Hasta tal punto es así, que no dudan en dejar la llave de la iglesia, consiguiendo que el maravillado, afortunado investigador saboree a placer las pequeñas maravillas que se ocultan en su interior. S emejante detalle, desde luego, dice mucho en favor del carácter de este pueblo -referido en toda la amplitud del término pueblo- y redime incidentes como el ocurrido, por ejemplo, en la Colegiata de Santa Cruz, situada en la vecina localidad de Castañeda. Tema, por otra parte, del que ya hice mis apreciaciones en su momento, y del que no tengo nada más que decir. C omo en casi todos los templos de Cantabria que tuve ocasión de visitar durante mis cortas, aunque i

Argomilla, Cantabria: iglesia de San Andrés

Imagen
S ituada relativamente cerca de Castañeda y Torrelavega, a 106 kilómetros de Bilbao y 202 kilómetros de Oviedo, Argomilla continúa, en su iglesia románica de San Andrés -declarada Bien de Interés Cultural en 1982-, con la tradición característica a numerosos templos de la región, cuyo nexo de unión más evidente, por denominarlo de alguna manera, parece estar basado en la ilustración erótica , contenga ésta o no, influencias de índole mudéjar o mozárabe en su desarrollo, con la posible filosofía que tal influencia pueda llevar detrás, o lleve incluso implícito algo más que un simple mensaje de referencia a lo carnal y el pecado. S i bien es cierto que en el desarrollo elemental de algunos canecillos se continúa con la temática obscena, grotesca y desproporcionada seguida, en cuanto a forma y dimensión, por los canteros de Cervatos, por ejemplo, sorprende, no obstante, que en este templo, el o los canteros que labraron los canecillos, aplicaron también la sutileza como vehículo de expr

Yermo, Cantabria: iglesia de Santa María

Imagen
U no puede pensar, dejándose llevar por el significado de este eremus latino, que se encuentra en un terreno inhabitado, carente de vida e interés; pero un sólo vistazo resulta más que suficiente para darse cuenta de que no es así. Posiblemente fuera considerado de tal modo en el más remoto pasado; en aquéllas tempranas y oscuras edades, en las que la frondosidad de los bosques que cubrían como un manto la Península Ibérica, podían permitir a una ardilla cruzar ésta de una punta a la otra, sin necesidad, siquiera, de tocar el suelo. E n la actualidad, y situándolo por inmediatez y cercanía en el entorno de Buelna y sus milenarios misterios -no estaría de más recordar, llegados a este punto, las famosas estelas cántabras-, aún se pueden adivinar parte de esos bosques, en cuyas insondables profundidades el espectador puede intuir, agazapada en lo más oscuro e ignoto, la presencia de al menos una parte posible de ese bestiario simbólico-medieval que caracteriza a la iglesia de Santa Marí

Castañeda, Cantabria: Colegiata de Santa Cruz

Imagen
D entro de los pormenores de un viaje corto, pero intenso a esa región especial de la Cornisa Cantábrica, que constituye la Comunidad de Cantabria, Castañeda y las circunstancias que rodean la explotación tiránica de su preciosa colegiata de Santa Cruz, no gozan, precisamente, de mis recuerdos más gratos. Si bien es cierto que la educación y las mejores voluntades por parte de los responsables de mostrar y vigilar el Patrimonio histórico-artístico en numerosos lugares de esta región son dignos de mi más sincero elogio y agradecimiento -mención especial, merecen, sobre todo, las personas encargadas de la Colegiata de San Pedro de Cervatos y de la iglesia de Santa María de Yermo- hacia Castañeda y sus custodios, sólo puedo expresar decepción; y hasta cierto punto lástima, por constituir una sombra sin duda alguna negativa, dentro de un conjunto grandioso y espectacular. N o puedo disculpar, en este caso, el tópico -tan antiguo como la historia del Diluvio Universal- afín a esa mentalidad

Cervatos, Cantabria: Colegiata de San Pedro

Imagen
P ara intentar comprender, siquiera una mínima parte de ese gran enigma artistico y simbólico que es la Colegiata de San Pedro de Cervatos, resulta imprescindible, cuando no necesario, obviar, en primer lugar, el paradigma erótico por el que posiblemente resulte más conocida, y aventurar la mirada hacia atrás; lejos, mucho más lejos de ese siglo XII en el que, se supone, se fundamentan sus cimientos. Resulta imprescindible, necesario aún más, si me apuran, hacer un pequeño ejercicio de imaginación, e intentar que nuestra mente -infinitamente viajera y peregrina- intente acceder a esa Hispania anterior al declive visigodo y la invasión árabe de la Península. Y dentro de ésta Península, una región de reminiscencias eminentemente mágico-naturales, aislada de la Meseta por una imponente frontera natural: los Picos de Europa. Una región brumosa, de bosques sombríos, impenetrables, y valles fértiles, generosos y fructíferos; una región en la que, de todas las culturas que pusieron los pies