Villanueva de la Torre, Palencia: iglesia de Santa Marina

Situado en los límites que separan los Valles de Santullán y Mudá, éste pequeño núcleo rural palentino que es Villanueva de la Torre, ofrece otro interesante exponente artístico en su iglesia románica de Santa Marina. Siguiendo una tradición similar a numerosos templos que se localizan en la vecina comunidad de Cantabria -Cervatos o Bolmir, por poner un ejemplo- también aquí, en Santa Marina, parte de los canecillos que componen el mensaje simbólico de su ábside, revierten a la temática netamente erótica. Curiosamente, la mayoría de éstos, y sobre todo aquellos que muestran unos desorbitados atributos masculinos al descubierto, pertenecen a la categoría de guerreros; detalle que parecen confirmar las estructuras cuadradas de sus cabezas, consecuencia directa del casco que las cubre y alusión probable a uno de los aspectos cotidianos de la época medieval: el amor y la guerra.
Fechada por los especialistas a finales del siglo XII, la iglesia de Santa Marina domina el pueblo desde un altozano, destacando la forma y estructura de su torre de dos pisos, a la que se accede a través de una estrecha escalera de caracol. De no ser por la amabilidad del encargado de la llave -que no sólo pacientemente nos atendió, sino que también se saltó una de las directrices del obispado abriéndonos la iglesia un lunes- posiblemente nos hubiera pasado desapercibido un pequeño misterio: como si de una cámara secreta se tratara, desde el interior resulta imposible ver uno de los ventanales de la torre.
Aparte de la torre, y los ya mencionados canecillos eróticos, otros elementos destacables se localizan en el ventanal del ábside, lugar en el que, bajo un arco decorado con motivos diamantinos, merecen especial atención los pequeños capiteles que lo complementan. Éstos, básicamente, se componen de animales fantásticos, que representan hipogrifos -seres alados, con cuerpo de caballo y cabeza de águila- que, posiblemente siguiendo la línea de la tradición en cuanto al famoso templo de Salomón y sus demonios, podrían considerarse como guardianes del lugar.
En el interior, no exentos de calidad en su labra, se pueden observar unos capiteles que, en principio, continúan la temática más destacable de la zona -o más repetitiva, si se prefiere- basada en el conocido episodio de Daniel y los leones, así como la representación de parte de la leyenda de Alejandro Magno y los dos grifos de los que se sirvió para ver desde los cielos la basta extensión de sus conquistas. Éste último, también es un motivo que se localiza con cierta repetitividad en varios templos de la región.
El Retablo Mayor, bastante deteriorado, está coronado por un calvario, quedando la parte central para alojar una figura que representa a Santa Marina, hemos de suponer que a la Marina nacida y martirizada en Antioquía, durante la persecución llevada a cabo por el emperador Diocleciano.
En un extremo, y sumamente deteriorada también, una figura de madera policromada llama poderosamente la atención. Se trata de una representación mariana del siglo XIII que, olvidada su auténtica advocación -como suele ocurrir en la mayoría de los casos- se reconoce simplemente como Virgen con Niño.
La figura, entronizada sobre una silla con pedestal de planta octogonal, aún conserva, en el dorado de su manto, parte de los colores originales. Con la mano izquierda -posiblemente más grande de lo habitual- sujeta al Niño y en la derecha, porta una flor, seguramente un lirio. Dos de los dedos de la mano derecha del Niño, señalan hacia lo alto, mientras que en su mano, sujeta un pequeño libro cerrado.
Por último, reseñar que el añadido de la Torre, según opinan numerosos investigadores, hace referencia a un torreón del siglo XI, cuyos restos aún pueden verse a las afueras del pueblo.

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