Lomilla, Palencia: iglesia de San Esteban

Lozalizada también en los alrededores de Aguilar de Campóo, y a apenas una distancia insignificante -kilómetro y medio o dos kilómetros- de Olleros de Pisuerga y su impresionante ermita rupestre de los Santos Justo y Pastor, la iglesia parroquial de Lomilla aún conserva algunos detalles de interés pertenecientes a su original fábrica románica, bastante modificada su estructura, no obstante, a lo largo de los años transcurridos de su existencia; circunstancia ésta, que viene siendo habitual, no sólo ya en lo que respecta al románico palentino en particular, sino, por supuesto, al conjunto del románico en general.
Bajo la advocación de San Esteban -uno de los primeros mártires cristianos de los que se tiene referencia- el entorno en el que se asienta ha visto surgir y posteriormente desaparecer algunos pequeños pueblos, siendo reaprovechados en su mayoría o en parte, los elementos de sus ya irreconocibles parroquias, como también la piedra de las casas que los conformaban.
Los orígenes del templo de San Esteban se remontan al siglo XII, destacando de ésta época el ábside, cuyos canecillos aún conservan buena parte del ideario simbólico medieval, entre cuyos componentes podemos observar otro motivo -como el de Sansón desquijando al león- recurrente a numerosos templos de la región. Me refiero a esa, en teoría, personificación del pecado, representada por una mujer de cuyos pechos parecen mamar dos serpientes.
Otros motivos, más o menos afortunados, en cuanto a calidad artistica se refiere, están constituídos por animales, entre los que destacan la liebre y otra bestia, que bien podría ser un perro o un lobo -éste último caso, sería significativo- y que probablemente, en un sentido más amplio, simbolicen la naturaleza sagrada subyecente en un tema como es el de la caza.
Seguramente más interesantes y complejos que los anteriores, y símbolo ancestral, cuando no universal e indiscutible, la espiral aparece varias veces representada, lo que puede sugerir un deseo expreso del cantero de transmitir conceptos lejanos a las concepciones católicas del momento, cuando no una forma de firma personal o gremial, similar, en comparación, a aquella otra que se localiza en el interior del ábside de la colegiata cántabra de San Martín de Elines.
Recurrente, así mismo, es la temática del ave rapaz con una presa entre sus garras; e incluso aquél otro canecillo que, semejante a las capas escalonadas de los ziggurats mesopotámicos, pudiera representar otro símbolo similar en connotaciones mistéricas ancestrales a la espiral: el laberinto.
En el interior de la nave, los capiteles anexos a la zona del ábside y el altar, están lisos, seguramente modificados en alguna reforma y de cuyos originales, si los hubiere, nada sé. Destaca, en primer término, localizándose en los sillares absidiales frontales, un calvario gótico -siglo XIV-, así como la figura de uno de esos santos, misteriosos y populares que, descubriendo su muslo y señalando una terrible herida sangrante, implica no sólo una señal de reconocimiento, sinto también, de iniciación: San Roque.
Situado en uno de los retablos laterales, va ataviado con los atributos característicos del peregrino; a saber: sombrero, viera, zurrón y el báculo o cayado, típico no sólo del peregrino, sino también de la figura del Maestro. Le acompañan el niño y el perro.
Por último, señalar que se sabe de una pequeña necrópolis en los alrededores de la cabecera, estando situado, no obstante, el pequeño cementerio municipal, en la zona del ábside.


Comentarios

Unknown ha dicho que…
Me gusta la presentación realizada de la iglesia. ¡Buen trabajo!
juancar347 ha dicho que…
Me alegro que te guste. Muchas gracias

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