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Mostrando entradas de agosto 2, 2015

Vilar de Donas: San Salvador

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M etafóricamente hablando, se podría describir este interesante lugar de Vilar de Donas y su templo, dedicado a la figura del Salvador, como el Ávalon lucense, donde Damas y Caballeros , legaron a la posteridad todo un vistoso misterio, digno de las más relevantes historias de caballería de la Edad Media. Decía Álvaro Cunqueiro, refiriéndose a este pragmático establecimiento –que de similar manera a como el Ávalon original quedaba fuera de los principales núcleos donde se desarrollaban las grandes aventuras epopéyicas relacionadas con el Santo Grial , queda también excluido de las lindes del Viejo Camino o Camino Francés , aunque separado de éstas apenas unos dos o tres kilómetros, como ocurre también más adelante, con el emblemático Castelo de Pambre-, ésta frase tan significativa, que no me privo ni me resisto a la tentación de consignar aquí, eso sí, bien referenciada con pelos y señales: Sí, está escrito que ante este pórtico y en el claustro se enterraban los fatigados cam

Portomarín: la iglesia de San Nicolau o de San Xoan

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B ien sabía de lo que hablaba Álvaro Cunqueiro –cronista por excelencia de la brumosa Galicia-, cuando, refiriéndose a ésta impresionante iglesia-fortaleza de San Xoan o de San Nicolau, que por ambos nombres se la conoce, decía aquélla certera frase de: las piedras labradas con ejemplar perfección por los maestros canteros del mil doscientos, quienes sabían, con la imaginación y el corazón, que construían una iglesia (1). Ahora bien, Portomarín, en la actualidad, no es sino un espejismo en el viejo Camino Francés hacia Santiago de Compostela; una villa reconvertida, aún más, si cabe, en mariñeira o en mariñana cuando se llevó a cabo la creación del embalse de Belesar, bajo cuyas aguas -que despiden lentejuelas de púrpura y plata al lavarse en ella la cara los primeros rayos del sol- y en un lecho de limo y eterno olvido, yacen para siempre muchas de las casas del pueblo original: aquél que conocieran bien los peregrinos de antaño, férreamente custodiado por los aguerridos monjes