Un Santuario astur: Santa María de Lugás


Hemos de situar la iglesia de Santa María de Lugás -o de Llugás, como es más conocida, atendiendo a su nomenclatura original en lengua bable-, a escasos siete u ocho kilómetros de distancia de Amandi y el bullicioso casco urbano de Villaviciosa. Enclavada en lo más alto del monte, en un lugar desde el que se tiene una magnífica panorámica de los pueblecitos de alrededor, como La Pedrera, cuesta creer, no obstante y atendiendo a la fama, que esté considerada como el Segundo Santuario Mariano de Asturias, por detrás de Covadonga y delante de otros, tan antiguos, tradicionales y por qué no decirlo, célebres, como pueden ser los de la Virgen de Alba y la Virgen del Acebo. Como suele ocurrir, cuando se habla de edificaciones románicas en Asturias, la iglesia de Lugás, aunque fue ampliada y reformada casi por completo en el siglo XVII -en gran medida, debido a una sorprendente eclosión surgida a raíz de las peregrinaciones, aunque no esté propiamente dicho en Camino de Santiago-, debe parte de su primitiva fábrica, a finales del siglo XII y comienzos del siglo XIII, cuando fue levantada sobre una construcción prerrománica, detalle que no debería sorprendernos, si nos atenemos a la gran proliferación que hay en Asturias de templos con tales características (1). Y como en numerosos casos, aunque no queden vestigios manifiestos que puedan validarlo, se sospecha que ésta se levantaba, así mismo, sobre un castro anterior (2). La Historia, pues, se repite, y como ya demostrara Heinrich Schliemann con Troya, se superpone en estratos de diferente periodo y dimensión, atendiendo siempre a los requerimientos de los vencedores sobre los vencidos.
La imagen virginal románica del siglo XIII, fue salvada de las llamas durante la Guerra Civil, por una paisana -Elvira Canellada-, y posiblemente, dada la singular influencia de atracción que ejerce el lugar, responda al arquetipo básico de Virgen Negra, incluido el reclamo situado en la casa rectoral que, aunque moderno, no deja de ser genuinamente interesante -Peregrino, bienvenido a la casa de tu Madre-, incluyéndose el hecho, vuelvo a repetir, de que la ancestral devoción de las gentes por este lugar y el desvío de los peregrinos, así parece indicarlo.
Sea como sea, lo que es cierto es que, de similar manera a como se vio en el templo de San Juan de Amandi, del probable origen normando de los canteros que intervinieron en la fase inicial de la construcción, da cumplida cuenta la portada sur, donde nos volvemos a encontrar con el detalle de las peculiares aves enroscadas en su arquivolta principal, así como el complemento estético de los rodillos. También la portada situada al oeste, ofrece algunas curiosas singularidades. Todas las representaciones, excepto una, son de índole vegetal y en su ejecución, denotan una habilidad y maestría realmente meritorias. Por el contrario, el capitel que muestra a un ser humano entre leones -aparentemente, Daniel- denota una ejecución mucho más tosca, como si bien hubiera sido hecho por unas manos diferentes o bien, es tan sólo una sugerencia, el cantero tuviera un origen mudéjar y siguiera la tradición islámica referente a las imágenes. Algo varían los motivos de los canecillos de esta portada, donde, además de algunos motivos vegetales, se ve un felino y una cabeza monstruosa, un motivo geométrico dentado, así como otro que, por sus características, simula la forma de un árbol tremendamente simbólico, la palmera, motivo que puede localizarse también en alguna otra portada del concejo, como sería, por poner un ejemplo, la iglesia de Santa Eulalia de Selorio, al otro lado de la ría y muy cerca de una auténtica maravilla prerrománica, como es la iglesia de San Salvador de Priesca.

 
(1) Un inmejorable ejemplo de ello, sería el caso de la iglesia de San Pedro, en Arrojo, donde muy acertadamente se han dejado al descubierto los primitivos cimientos, salvaguardados por un entarimado con cristalera, donde se ven dichos orígenes prerrománicos así como huesos humanos de las personas que en época indeterminada fueron allí enterradas, junto a la cabecera.
(2) Uno de los ejemplos más relevantes, sería la iglesia de San Vicente de Serrapio, en el concejo de Aller, levantada sobre los cimientos de un templo romano dedicado a Júpiter que, a su vez, se levantaba sobre un templo de origen celta.

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