Entre Combarro y Armenteira: el Mirador de Samieira


Continuamos nuestra ruta, hacia otro destino fascinante, que habrá de sorprendernos no sólo en base a ese románico austero pero equilibrado, elegante y original que todavía sobresale en la iglesia, sino también por las peculiaridades que definen parte de la vida extraordinaria de otro curioso personaje, al que se considera además su fundador y cuyo nombre, San Ero, ya debería ponernos en antecedentes: el monasterio de Santa María de Armenteira. La ruta, que sigue paralela a una costa fantástica conformada por los veintitrés kilómetros de longitud que tiene, aproximadamente, la ría de Pontevedra, hechiza por su extraordinaria belleza, ofreciendo al viajero, además, la oportunidad de contemplar in situ unas poblaciones de notable carisma embriagador -Marín, Poio, Combarro o Samieira, entre otras-, situadas, qué duda cabe, en un entorno de privilegio, donde mar y bosque se conjugan de manera más que monumental. Desde el alto de Samieira, y a una distancia de apenas siete kilómetros de Armenteira, el mirador atrae la suspicacia del viajero, que lo primero que piensa, al ver la fachada delantera y el arco románico de la entrada, es que probablemente en ese mismo punto y lugar, hubiera existido en tiempos una iglesia o una ermita, venida a menos por derrumbe, abandono o por cualquier otro motivo catastrófico achacable, en buena medida, también, a la acción impremeditada de unos hombres que en el pasado apenas se preocupaban por su herencia histórico-patrimonial. Lugar indudablemente mágico, resulta una excelente referencia desde la que solazarse a placer durante unos minutos, antes de continuar viaje y sorprenderse con el arte, la historia y la leyenda de un lugar, Armenteira, que aún después de los siglos transcurridos desde su creación, tiene todavía muchos misterios y secretos que contar.


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