Camino de Santiago Asturiano: San Román de Sariego



Partiendo del Valle de Boides, donde el peregrino tiene la oportunidad de visitar una auténtica joya del Arte Asturiano, como es la iglesia de San Salvador de Valdedios -el popular Conventín- y de pernoctar en las instalaciones habilitadas a tal efecto, anexas al monasterio cisterciense de Santa María, apenas treinta y dos kilómetros le separan de Oviedo. Tiene la oportunidad de recorrerlos por una carretera comarcal que, corcobeando entre puertos y bosques de soberbia belleza, desciende hacia el concejo de Sariego, en cuyo escudo, el buscador de símbolos puede localizar una jarra de claras alusiones griálicas. En Sariego tiene, cuando menos, tres paradas de interés: la iglesia de San Román; la iglesia de Santiago el Mayor y, aproximadamente a unos dos kilómetros de Vega, la capital del concejo, la interesante iglesia de Santa María de Narzana.
La iglesia de San Román, situada a la vera del pueblecito o aldea del mismo nombre, sufrió, como muchos otros templos de la geografía astur, la devastación y el saqueo en 1936, en los comienzos de la Guerra Civil. No obstante, y a pesar de la pérdida de la gran mayoría de elementos originales que, no me cabe duda, hubieran hecho las delicias de cualquier amante del Arte en general, y de los historiadores en particular, aún conserva algunos elementos de su prerrománico y su románico originales, como la cabecera y las celosías situadas en el lado Norte, correspondiente al primer periodo, y algún canecillo así como el ventanal del ábside, correspondientes a la ampliación románica. En el lado Norte también, y esquinado, como viene siendo común en muchos templos románicos, un canecillo solitario, representando, probablemente la figura del diablo, llama la atención. Su orientación, desde luego, no es casual, pues como ocurre con los claustros románicos, el lado Norte representa a los vientos gélidos y al demonio, de similar manera a como el lado Este, el Oriente, representa a Cristo.




En la decoración de los capiteles del ventanal del ábside, encontramos un tema que se repite, en mayor escala, en uno de los grandes capiteles de la cercana iglesia de Santiago el Mayor. Capiteles que, dicho sea de paso, sirven como base o peana de sustentación al entramado de madera que conforma el porche del lado Sur.

Cuando estuve allí, y al contrario que la iglesia de Santiago, ésta iglesia de San Román estaba abierta. Curiosamente, la vecina de la casa de enfrente, que estaba tendiendo la ropa en el jardincillo, debió de confundirme con un auténtico peregrino, y me sugirió que podía utilizar las duchas que hay en la sacristía. Lo comento como dato que quizás pueda interesar a los futuros peregrinos que pasen por allí.

El interior del templo, austero y sin apenas rastro de sus omegas originales, ofrece un aspecto pulcro y contiene algunos elementos, incluidos los de factura moderna, no exentos de cierto interés: una imagen de la Santina, la Virgen de Covadonga -cova luenga o cova d'oca, según algunas interpretaciones- situada algunos centímetros por delante del altar; en el ábside, detrás del altar y a la derecha, una hermosa talla de Virgen con Niño, entronizada, que llama la atención por la sencillez de su atuendo y que, quizás, pudiera ser gótica; a la izquierda y erguida, una no menos curiosa figura, probablemente representando a San Román, que, dicho sea de paso, ofrece el aspecto de un auténtico druida. Por cierto, en el exterior, árboles había, aunque no descubrí ningún pozo o fuente que hubiera hecho sospechar el celtismo precedente en el lugar.


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