Santa María de Muxía


Es muy posible, que debido al enorme fervor que despierta el vecino santuario dedicado a la Virxen da Barca, ésta interesante iglesia románica de Santa María, situada también en un lugar privilegiado desde el que se domina una extensa zona del litoral marítimo de Muxía, se vea permanentemente eclipsada, jugando un papel secundario en las preferencias de los fieles. Ahora bien, aquellos cuantos la visitan, observarán -salvando los detalles ya comentados en anteriores entradas acerca de los terribles efectos de la erosión sobre todo en lo que se refiere a los templos situados en las proximidades del mar-, que se trata de un templo que, sin evidenciar unas grandes dimensiones, contiene, no obstante, numerosos detalles de interés, obviando su posible función añadida de capilla cementerial.

Situada al norte de la localidad y enclavados sus cimientos en la ladera del monte Corpiño, sus orígenes son inciertos, si bien se sabe que en el año 1203 fue donada por el papa Inocencio III -el mismo que declaró no sólo la Quinta Cruzada en Tierra Santa, sino también la cruzada contra los almohades en Castilla, la cual sería organizada por el rey Alfonso VIII y el arzobispo de Toledo, don Rodrigo Ximénez de Rada, donde se consiguió la importante y decisiva victoria en la batalla de las Navas de Tolosa-, al monasterio de Carracedo, situado en el Bierzo leonés. La iglesia de Santa María sigue, en la forma y distribución de su planta, las antiguas concepciones de los diseños de índole prerrománica, basados en la planta rectangular y el ábside o cabecera cuadrado. Es probable, también, que en sus orígenes tuviera la típica planta en forma de cruz, con las capillas adosadas de la Epístola y el Evangelio, aunque se echa a faltar aquella que, supuestamente, debió de estar en el lado sur. A tal respecto, se sabe que hubo, en efecto, una capilla, aunque datada en el siglo XVI, que pudo haber sustituido a la original. Dicha capilla, parece ser que se derribó en el siglo XVIII, procediéndose a sustituirla por arcosolios practicados en el muro con fines de enterramiento, siendo sepultado en uno de ellos, hacia 1874, el párroco don José Fondevilla Martínez que, de similar manera al también fallecido párroco don Elías Valiña en O Cebreiro, fue benefactor del vecino santuario de la Virxen da Barca. Diversos son, así mismo, los temas de las series de canecillos que se aprecian en ambos laterales, si bien la erosión hace prácticamente imposible la identificación de la mayoría de ellos. No obstante, y agudizando la vista en lo posible, sí parecen observarse alguna oca, pequeños instrumentos musicales con forma de barrilillo e incluso algún motivo de descarado erotismo. Conserva, igualmente, una portada original, situada en el lado oeste, por donde transcurre el antiguo camino que se dirige al santuario de la mencionada Virxen da Barca. El tímpano es liso -aunque hay quien piensa que cierta escultura que se conserva en el interior pudiera haber procedido de él-, observándose, a ambos lados del umbral, sendas figuras evangélicas que sustituyen a las típicas figuras de leones o monstruos custodios, siendo liso el capitel de la derecha y con un motivo foliáceo el de la izquierda. Enfrente y separada del cuerpo principal de la iglesia, se localizan la espadaña y las campanas.

En la parte superior de ambos extremos, este y oeste, se observan dos Agnus Dei, en cuyo diseño llama poderosamente la atención la forma de las cruces que soportan: una de tipo celta mirando hacia el oeste, hacia Fisterra, y otra, bastante común en el románico de Galicia, con forma de las denominadas cruces de Carlomagno. En el lateral sur, y situada entre medias de los contrafuertes, se localiza una puerta moderna, que quizás sustituya a otra, románica y original, aunque se pudiera dar el caso, así mismo, de que nunca la hubiera tenido.


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