jueves, 31 de enero de 2008

Hacia una interpretación del 'tesoro oculto' de Andaluz


Por Teresa Hernández Benito


Partiendo de la base de que la simbología Románica y Medieval, carece de un “ diccionario” perfecto o preciso y de que el arte de descifrar símbolos, es sumamente complejo y está supeditado a un concepto a su vez muy subjetivo, hemos de hacer una reflexión exacta sobre este tema, o axioma, antes de adentrarnos en la explicación temática de los símbolos representados en los capiteles de la iglesia soriana de S. Miguel en Andaluz, capiteles pertenecientes a una galería porticada, que en su día se cegó (desconocemos las causas), pero que constituyen un pequeño museo por su extensión, pero grandioso por la riqueza simbólica y estilística, que en ellos se da.
Como decía más arriba, el arte de descifrar símbolos, es algo realmente complejo y nunca podremos afirmar a ciencia cierta y con total seguridad, lo que una determinada imagen representada en un determinado lugar, pueda simbolizar o representar en concreto.
Ahora bien, teniendo en cuenta una serie de elementos que se dan “a priori”, podemos dar una determinada explicación, más o menos concreta, en base a unos supuestos dados y de ahí, relacionando elementos y supuestos, podemos llegar a una determinada conclusión y esto es lo que nos hemos propuesto realizar con los capiteles de la iglesia de S. Miguel, en Andaluz, Soria.
Si tenemos en cuenta la temática allí encontrada y la advocación de la iglesia a S. Miguel Arcángel, podemos llegar al supuesto de que el maestro o maestros que esculpieron estos capiteles, quisieron hacernos llegar la idea de la vida y la muerte, plasmada específicamente en el capitel que representa una figura envuelta en una especie de “sudario”, donde además, podemos apreciar las imágenes de la luna y el sol, a ambos lados de la figura…
En otra cara del capitel, vemos representados dos caballos; la figura del caballo, aparece también en otros capiteles y está por demás explicar que el caballo posee unas connotaciones ctónicas, es decir relacionadas con la muerte y en este caso, si unimos esta simbología y la representación del personaje con el sudario, la luna y el sol… vendrían a recordarnos el paso de la vida a la muerte o viceversa… y ahora, nos preguntamos, ¿qué relación tiene todo esto con S. Miguel? Sencillamente, recordemos que S. Miguel es el arcángel que lucha contra el demonio, símbolo del pecado; portador a su vez de la balanza, posee el valor de “psicopompo” o pesador de almas;
S. Miguel es el arcángel capaz de pesar en su balanza el alma de los muertos al pasar a la otra vida, y en su balanza pesa los vicios y virtudes de los difuntos y aquí, en la iglesia de Andaluz, llegamos a la conclusión de que los temas plasmados en el resto de los capiteles, no son ni más ni menos que una representación de vicios y virtudes, aunque desconocemos el orden en el que estos capiteles estarían colocados dentro de la galería cegada, pero aun así, estamos convencidos de que el tema representado es este: ¡¡Vicios y Virtudes, la eterna lucha entre el Bien y el Mal!!
Así, vemos representados una serie de Vicios, tales como:
Machos cabrios, representación de la lujuria (tema sumamente importante y muy representado en la simbólica cristiana). Este animal es la imagen de la lascivia, el demonio y la impureza.
Centauro, símbolo de la fuerza bruta, asociado a la lujuria y al vicio en general. Cuando se les representa con un arco en las manos, se convierte en Sagitario, signo zodiacal.
Una variedad, aunque rara, es el “onocentauro”, mezcla de hombre y asno.
Serpiente, símbolo por antonomasia del pecado y del demonio.
Arpía, también son animales maléficos, normalmente con cuerpo de rapaz y cabeza humana(masculina o femenina).
Es un animal traicionero, que atrae a los hombres hacia el pecado; se representa con cabeza de mujer, cuerpo de ave y cola de reptil.
Su significado literal sería:
“Espíritu dominador de la Tempestad” y solo el soplo del viento, en este caso el “espíritu de Dios”, las puede dominar.
Hasta aquí, podemos decir que hemos enumerado, todos los vicios representados en esta serie de capiteles, pero en la iglesia de Andaluz, también encontramos una serie de “símbolos buenos”, como las Aves, el Buey y otros que representarían las Virtudes.
Las Palomas, Cigüeñas, y las aves en general, son símbolos del espíritu, la paz y de la virtud.
El Gallo y el León, que también están representados en s. Miguel, son animales representativos de la inteligencia, la protección y la vigilia.
El Erizo, también posee connotaciones relacionadas con la protección y suele situarse su representación en las arquerías cercanas a los pórticos de las iglesias… hablo del erizo porque en esta iglesia existen algunos “personajes o rostros”, que recuerdan a algún tipo de animal con bigotes o algo similar, aunque determinar de ”que” se trata, escapa a mis conocimientos.
Aunque carecemos de muchos datos, de cómo estaban dispuestos estos capiteles, de la mano o manos de maestros que pudieron intervenir en sus tallas y muchos otros detalles, hemos querido proporcionar un poco de luz, sobre todo para aquellos caminantes, en busca de restos y tesoros románicos, que saben apreciar el valor de estos hallazgos y de lo que a través del tiempo, el hombre y la historia han querido legar a la humanidad, y fuera de concreciones estrictas, lo que si podemos afirmar que lo representado en los capiteles de S. Miguel, de Andaluz, es “La Eterna lucha entre el Bien y el Mal” …. …. Si hemos conseguido o no dar un poco de luz, sobre el tema, el buen lector y el mejor estudioso, nos lo hará ver…. ¡¡nuestra intención ha sido la mejor!!!





Introducción: el románico


Suponen los historiadores, que el término 'románico' fue diseñado por el arqueólogo Charles de Gerville, en 1820, con el fin de englobar la corriente artística desarrollada en Europa durante el periodo comprendido entre los siglos V a XIII. Actualmente, dicho término se limita, tan sólo, al estilo que prevaleció en el continente desde finales del siglo X hasta bien entrado el siglo XIII. A éste último periodo pertenecen, sin duda, las mejores edificaciones del arte religioso-cultural occidental.
Hablar del 'arte románico', conlleva, con toda seguridad, la difícil labor de adentrarse en una época -la Edad Media- poco conocida en el fondo, y, sin embargo, bastante devaluada por muchos investigadores, que la consideran, oscura y bárbara sin más.
Opinan los historiadores -y no sin razón- que desde la caída del imperio romano de occidente, hasta el siglo X, Europa se sumió en una de las épocas más oscuras de su historia.
En efecto, basan tales suposiciones, en el hecho de que el ordenamiento social y político romano -al que hay que añadir el Arte, la Cultura y la Ciencia- se vieron gravemente dañados. Los factores que contribuyeron a tan trágica devaluación, fueron múltiples y variados, pero entre ellos destacan, no obstante, los siguientes: la despoblación; las grandes invasiones; las guerras; las plagas; la extrema pobreza y el hambre.
En la mentalidad del hombre de la época -el hombre medieval- tales factores constituyen, de hecho, una visión poco menos que apocalíptica del mundo en el que viven. Visión más cercana aún, si cabe, a ese fin del mundo profetizado en los Evangelios, cuyo armagedón se preveía, fatalmente, con el fin del milenio.
Esta visión apocalíptica quedó recogida en numerosas obras del periodo, como pueden ser -por citar un ejemplo lo más cercano a nosotros- los Beatos de Liébana y de San Pedro de Osma.
Como era de prever, la vida continuó tras el cambio de milenio (1), y en el pensamiento occidental comenzó a desarrollarse una vitalidad y un optimismo, que dieron origen a un renacer de la Cultura, el Arte y las Ciencias, disciplinas bastante deterioradas hasta entonces. Por supuesto, los grandes depositarios, y de hecho, los grandes artífices que promovieron dicho cambio, fueron los monjes que, desde Cluny, comenzaron una labor recopilatoria y custodia de las fuentes clásicas, cuyos efectos se extendieron por occidente como un reguero de pólvora.
Dadas las extraordinarias condiciones que atravesaba la Península Ibérica -la dominación musulmana se extendió, aproximadamente, desde el año 608, con la batalla del río Guadalete, hasta el año 1492, con la conquista de Granada por los Reyes Católicos- el estilo románico más puro se desarrolla en el norte. No obstante, y en mi opinión, las construcciones que se desarrollaron en el resto del territorio peninsular, se vieron extraordinariamente enriquecidas con influencias de origen mudéjar y mozárabe, cuya importancia se puede entrever en edificaciones tan emblemáticas como los Arcos de San Juan de Duero, la ermita de San Baudelio de Berlanga o el ábside de la iglesia de Santa Coloma, en Albendiego, provincia de Guadalajara.
Como cualquier estilo artístico o arquitectónico, el románico se desarrolla a través de un ciclo eminentemente vital, que se caracteriza por tres partes o fases determinantes. Éstas, se pueden clasificar de la siguiente manera:
- Fase arcaica o 'primer románico'.
- Fase clásica o 'románico pleno'.
- Fase decadente o 'tardorromano'.
Pero el estilo románico es algo más que un conjunto de piedras ensambladas con mayor o menor mesura estética; es algo más, también, que un 'espécimen artístico' que reúne unas caracteristicas determinadas de valoración y clasificación.
El románico, como se intentará ir demostrando con paciencia, ilusión y esperamos que buen hacer, a lo largo de las entradas del presente blog, es auténtica Geometría Sagrada puesta al servicio de un ideal o de una fe. Estudiando su disposición y propiedades, no me cabe duda, de que el hombre medieval -ese hombre tosco y sumido en la oscuridad, como pretenden algunos historiadores- tuvo una visión extraordinaria de Dios; visión que, se puede afirmar, descubrió o presintió, al utilizar, con la simpleza que suele caracterizar al sabio, la magia de los números y la proporción.
Juan Carlos Menendez
Febrero de 2008
(1): Recordemos los grandes temores y los problemas que aquejaron a la sociedad actual a finales de 1999, los cuales quedaron englobados en su momento, bajo el calificativo de 'efecto dos mil' y no fueron pocas las visiones apocalípticas que apostaban por un colapso de nuestra civilización.