
Estamos a punto de entrar en esa Porta Infernii con la que Jano, el dios bifronte, patrón de los canteros, nos muestra el solsticio de invierno y de paso, la comunidad cristiana celebra la Navidad. Independientemente de los sentimientos que tales fechas puedan causar en nosotros, creo que es un buen momento para dejarse atrapar en la casilla de la cárcel de ese misterioso Juego de la Oca, y permanecer algunas tiradas sin jugar. Es decir, tomarse un reposo para analizar los pormenores del año que está a punto de llegar a su inevitable finis terrae, y albergar planes de futuro con los que volver a la carga, esperando que esos caminos nos enriquezcan no sólo como personas, sino también abriéndonos los ojos a otras realidades, a otras concepciones que, siquiera de casualidad, lleven un poco de luz a todos nuestros interrogantes.
Es evidente, que no podría hacer esta breve parada, sin desearos a todos una muy Feliz Navidad y un próspero y venturoso Año Nuevo, en donde esta situación de crisis que estamos atravesando, no incida, al menos, en dos de las mejores cualidades que estoy convencido, tenemos todos: Amistad y Solidaridad.
Y como tampoco quisiera hacerlo, de una manera exclusivista, me hago eco de las palabras del arzobispo de Toledo, don Rodrigo Ximénez de Rada, que aún creo que campean en el albergue de Roncesvalles:
'La puerta se abre a todos, enfermos y sanos.
Así a los católicos como a los paganos'.
Por eso repito: ¡FELIZ NAVIDAD Y FELIZ AÑO NUEVO! ¡A TODOS!
(1) Javier Sainz Saiz: 'El románico en Burgos', Ediciones Lancia, 2ª edición, 2005, página 81.