miércoles, 1 de julio de 2009

San Miguel de Lillo



'Oh, Cristo...que por el siervo tuyo Ramiro príncipe glorioso con la reina cónyuge Paterna renovaste esta morada consumida por la mucha antigüedad...'
[Inscripción del ara de dedicación. Fuente: Luis Díez Tejón, 'Guía artística de Oviedo, Ediciones Lancia, 2009]

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No deja de ser una visión siempre enternecedora, ver a una pareja de recién casados posando para el fotógrafo en uno de los edificios prerrománicos más bellos, emblemáticos, así como también -por circunstancias del terreno elegido para su ubicación- más desgraciados de todo el Principado de Asturias.
Aunque han transcurrido cerca de doce siglos desde aquél año 848 en el que, al parecer, se terminó de edificar por mandato del rey Ramiro I -al parecer, heredó éste la predisposición por la construcción de iglesias y edificios palaciegos de su antecesor, el rey Alfonso II el Casto- no puedo por menos que preguntarme cómo sería una unión matrimonial en aquélla época y cuántas -si en realidad las hubo- se celebraron en San Miguel de Lillo.
Enclavada también en las faldas del Monte Naranco, a escasos trescientos metros por encima de la iglesia de Santa María, la visión de la iglesia de San Miguel de Lillo no deja, en absoluto, indiferente al observador. Es más, vista así, en conjunto, por su altura y dimensiones, ofrece el mejor testimonio visual acerca de por qué en su época estaba considerada más como un monasterio que como una iglesia.
De la inscripción de su ara fundacional -una de cuyas copias, se conserva en la vecina iglesia-palacio de Santa María- algunos historiadores deducen que su edificación se realizó sobre un templo anterior, de tal manera, que dicha posibilidad plantea una serie de interrogantes cuya respuesta queda más bien relegada al mundo de la especulación ante la falta de más referencias o testimonios que lo avalen.
Si nos basamos en este dato, no nos será difícil suponer, entonces, que el emplazamiento ha constituído un lugar sagrado o especial -por alguna razón que en la actualidad se nos escapa- desde tiempos inmemoriales; y en base a ello, se puede entender el interés, cuando no la tozudez de un rey -Ramiro I- y la aquiescencia de un maestro constructor -no identificado, aunque hay autores que suponen que se trata del mismo que acometió el proyecto de Santa María- por edificar en un terreno de características arcillosas y un riachuelo en las cercanías, que serían los principales causantes de los numerosos problemas que afectaron en el pasado y continúan afectando en el presente, a edificación tan carismástica.
Prueba de esta afirmación y posible reminiscencia gráfica de los sucesivos hundimientos padecidos a lo largo del tiempo, puede ser la parte superior de una jamba, que se localiza, profundamente hundida -hasta el punto de que parece formar parte de la mampostería- en una de las esquinas de su ábside cuadrangular.

martes, 30 de junio de 2009

Santa María de Naranco

Mandada edificar por el rey Ramiro I, sus orígenes se remontan, cuando menos, al año 842. Resulta imprescindible reseñar, que cuando hablamos de Santa María de Naranco, hemos de referirnos, sin duda, a un edificio elegante, de proporciones simétricas, que fue concebido -prácticamente, todos los historiadores coinciden en ello- como residencia palaciega de una monarquía en pleno proceso de consolidación.
Situada a escasos tres kilómetros del casco urbano de Oviedo, ésta estructura prerrománica -semejante, comparativamente hablando, a la famosa Arca bíblica, que se supone en una ladera del monte Ararat- se ubica en una de las laderas del no menos emblemático Monte Naranco. Anclada, como digo, en una pradera, en la que prevalece durante todo el año ese maravilloso color verde esmeralda típico de los valles y los prados asturianos, ésta importante perla de la arquitectura astur, sorprende a propios y extraños, mostrando una considerable cantidad de detalles de extraordinaria calidad.



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lunes, 29 de junio de 2009

San Julián de los Prados

'Ramiro heredó empero de su predecesor (Alfonso II) algo más que problemas aletargados por decenios. Heredó su gusto por la construcción de iglesias y palacios. Me he permitido creer que heredó de él incluso un arquitecto de talento. Aludo al constructor de la Cámara Santa, que probablemente labró después Santa María de Naranco'.
'He conjeturado antes que debemos ambos edificios a un mismo maestro genial, por el parentesco genético que los une; parentesco que se ha explicado exponiendo al incógnito arquitecto ramirense inspirándose en la Cámara Santa y que me parece más verosímil atribuir a la unidad de constructor'.
[Claudio Sánchez Albornoz: 'Orígenes de la Nación Española. El Reino de Asturias', Editorial Sarpe, 1985, páginas 210-211]
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Está considerado como el templo más grande y mejor conservado de todos cuantos existen en España anteriores al románico. Su fecha de edificación, parece corresponder con el año 820, situándose, pues, durante el reinado de Alfonso II el Casto.
Asociada a este soberano -que ha pasado a la Historia como uno de los más grandes gobernantes del reino astur- se localiza, también, la leyenda de la Cruz de los Ángeles que, junto con la Cruz de la Victoria utilizada por Don Pelayo en la batalla de Covadonga, conforman dos de los elementos ornamentales propiamente cristianos, que con mayor frecuencia encontraremos en la gran mayoría de construcciones prerrománicas del Principado, donde destacan referencias artisticas de índole visigoda.
Llaman poderosamente la atención en este tipo de construcciones religiosas, no tanto quizás por su efecto estético -que no es poco- como por la perfección de su ejecución, las celosías que jalonan uno de los laterales, así como la parte trasera del templo. Sobre dichas celosías, recae el mérito -teniendo en cuenta, que estamos hablando de un periodo histórico comprendido entre los siglos IX a XI- de estar realizadas en piedra arenisca de una sola pieza. Al referirnos a ellas, pues, es bueno saber que estamos hablando de auténticas obras de Arte, cuyos originales, en su mayor parte -al menos en cuanto se refire a San Miguel de Lillo- se conservan en el Museo Provincial de Oviedo.
En San Julián de los Prados, y dentro de la geométrica distribución de los elementos que conforman las mencionadas celosías, observamos lo que bien pudiera ser uno de los primeros antecedentes de la cruz de ocho beautitudes, modelo de cruz utilizado siglos después, indistintamente, por dos de las órdenes militares y religiosas más famosas y relevantes de la Edad Media: el Temple y el Hospital.
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domingo, 28 de junio de 2009

Prerrománico asturiano



Introducción


La Cornisa Cantábrica, un mundo de belleza sobrenatural, formado por impresionantes montañas; bosques espesos por los que circulan ríos y arroyos de cristalinas aguas; nieblas eternas que se generan en la cima de las montañas y se extienden, como alas fantasmales, por montes y valles de exhuberante vegetación, otorgando al paisaje un ambiente de irrealidad, propio de las numerosas leyendas que conforman un folklore único y espectacular.
Cuna de la Reconquista, como así ha considerado de justicia otorgarle la Historia, en Asturias, más o menos conservado hasta nuestros días, ha sobrevivido en numerosos edificios religiosos, lo que con todo mérito constituye un Arte aparte y especial: el Prerrománico Asturiano.