sábado, 24 de enero de 2015

Doroña: iglesia de Santa María


Variando un poco el rumbo, y situándonos en esa carretera general que une Betanzos con Pontedeume, Campolongo y Monfero, merece la pena detenerse en algunos lugares específicos, de los cuales y a pesar de las modificaciones que puedan altera su primigenia constitución, no deja de ser singular, entre algunos otros, este templo dedicado a la figura de Santa María, situado en la pequeña población de Doroña, la Doronia medieval, según se la cita en antiguos documentos. Un templo, cuando menos curioso, orientado, como generalmente lo estaban casi todos los de su estilo, de naciente a poniente; es decir, mirando hacia Palestina, de igual manera que los judíos orientaban los suyos hacia Jerusalén y los musulmanes, por su parte, hacia La Meca. De su antigüedad, y aunque quizás por su aspecto no lo parezca, ofrece testimonio un primer documento que, fechado a principios de agosto del año 953, menciona a dos personajes muy relevantes de la historiografía cristiana en el antiguo Reino de Galicia, como son el presbítero Ero –muy posiblemente aquél mismo San Ero que se recuerda en el monasterio pontevedrés de Armenteira y que protagonizó un episodio similar al del abad Virila en el monasterio navarro de Leire-, y San Rosendo –aquél otro que, aparte de fundar numerosos cenobios, refiere la leyenda que utilizaba para transportar los Libros Sagrados al lobo que se había comido a su burra, recuerdo que artísticamente se puede observar, por ejemplo, en la catedral de Orense, en un interesante retablo que se localiza en la capilla que lleva su nombre-, donde el primero le hacía a éste, así como a los canónigos de Caaveiro –tan suspicazmente enigmáticos, como aquellos otros de la Colegiata de Santa María la Real de Sar, en Compostela-, donación de la mitad del templo de Santa María de Doroña. De la documentación relativa al lugar –tanto al templo como al pueblo-, parece ser que no se vuelve a encontrar mención, hasta el año 1101, donde se constata, mediante un documento fechado el 24 de noviembre de dicho año, que un tal Zacarías Armentáriz dona al monasterio de Caaveiro su parte de una heredad –consistente en árboles frutales-, situada precisamente aquí, en Doroña. Pero Doroña, su templo y su entorno, también están ligados, significativamente, a una serie de singulares personajes: poderosos, como puede ser el caso de Fernán Pérez de Andrade, O Boo, cuyo magnífico sepulcro se encuentra en la iglesia de San Francisco de Betanzos, o intrigantes, como un notario, cuyo apellido –Eanes- pudiera entroncar con esa misteriosa rama familiar, que parece que tuvo algún tipo de arraigo especial en Noya, donde, a veces citada también como Oanes (1), se habla de una tal María, esposa de un no menos intrigante personaje, presumiblemente noyés –Ioan de Estivadas-, en cuyo magnífico sepulcro, sito en la singular iglesia de Santa María a Nova –famosa por haber sido, posiblemente algo más que un simple centro de reunión de los diferentes gremios de artesanos que dejaron allí sus huellas y símbolos, plasmados en la fría e impertérrita superficie de una apasionante colección de laudas-, se pueden observar también los símbolos que, aparte de aparecer, así mismo, en la mencionada iglesia de San Francisco de Betanzos –donde se ha dicho que se localiza el sepulcro del poderoso Fernán Pérez de Andrade, bajo cuyo mandato se levantaron los templos betanceiros de San Francisco y Santa María del Azogue y entre cuyas extensas propiedades, figuraba también Pontedeume, donde aún subsiste un torreón que lleva su nombre, de los Andrade-, hacen, igualmente referencia, cuando menos, e independientemente de su rico simbolismo, a una de las familias más antiguas de Galicia: los Becerra.



No obstante las reformas realizadas a lo largo de sus diferentes periodos históricos, incluidas algunas opiniones referentes a un posible derrumbamiento y reconstrucción iniciales, el templo de Santa María de Doroña, conserva cierta atractiva elegancia. También, como en los casos de San Salvador de Vilar de Donas (Lugo) y Santa María dasAreas de Fisterra, destaca el armazón que protege su portada principal, situada, como en los mencionados templos, al oeste. Una portada que, si bien sencilla, dentro de lo que cabe, muestra, en su tímpano, un elemento significativamente familiar: el Agnus Dei. Un Agnus Dei, entre cuyas peculiaridades figura, así mismo, la de humillarse sobre los cuartos delanteros y tener la cabeza girada, mirando igualmente hacia ese simbólico reino de los muertos o de los antepasados, situado al oeste, hacia Fisterra, allá donde los romanos y muchos otros pueblos de la Antigüedad levantaban sus altares –Ara Solis- y asistían ceremoniosamente a la muerte y renacimiento del sol. Los capiteles, distribuidos en número de dos, a ambos lados del pórtico, muestran posibles referencias a los antiguos cultos, mostrando curiosos personajillos entre la floresta, si bien aquí, como en los canecillos del ábside y ambos laterales, la acción del tiempo, quizás mucho más devastadora aun en los lugares situados en las cercanías de la costa, impide poder apreciarlos con determinante precisión. La parte inferior del tímpano, es decir, aquella que descansa sobre unas jambas protegidas quizás por lo que originalmente pudieron haber sido dos santos, muestra una inscripción que, dado que se encuentra al revés, puede dar a entender la posibilidad de un reutilizamiento posterior. Singulares son, así mismo, las numerosas sepulturas –independientemente de las modernas- que evidencian muchos, tal vez excesivos enterramientos anónimos.

En definitiva. tenemos en esta iglesia de Santa María de Doroña, un templo donde no faltan los detalles y singularidades, así como cierto aire de misterio -algunas cruces de tipo paté, como la que luce el Agnus Dei y otras coloreadas de rojo, así como otros detalles, inducen a plantearse algunas cuestiones-, hacen que una visita al lugar, se convierta en una interesante experiencia. Como dato final, comentar la existencia de una pradera junto a la iglesia y un antiguo crucero de piedra, que confirman el sitio donde los lugareños celebran sus romerías y fiestas patronales.

(1) No deja de ser interesante que, comparativamente hablando, es el mismo nombre que tenía el dios anfibio mesopotámico, que todos los días surgía de las aguas del Golfo Pérsico para instruir a los hombres, aunque se tiene constancia, también, de que los primeros sincretistas cristianos establecidos en Egipto, lo asociaban con la figura primordial del propio Juan (Ioan, Ionnes) el Bautista.

jueves, 22 de enero de 2015

Abandonando Noya y su entorno: Santa Marina de Obre y Crucero de Eiroa


En la periferia de Noya, así como en su salida, en dirección a Muros y Santiago de Compostela, a la altura aproximada del parque de bomberos, hay dos lugares muy particulares, en los que merece la pena hacer un alto en el camino: la iglesia cementerial de Obre, dedicada a la figura de Santa Marina y el magnífico Crucero y Peto de Ánimas de Eiroa.

Santa Marina de Obre

Barrio periférico de Noya, en el pequeño cementerio de Obre, el peregrino, el viajero o simplemente el curioso que se detenga ante sus puertas y acceda al interior del recinto, podrá contemplar, en una construcción que parece ser que también recibe el nombre de Capilla del Obre, una curiosa iglesita -dedicada a la dudosa, oscura y cuando menos misteriosa figura de Santa Marina, mártir especialmente venerada en lugares como Orense y Zamora-, en la que todavía sobrevive su ábside o cabecera de origen románico -los expertos, tienden a datarla en el siglo XII, con lo que sería muy anterior a los genuinos templos noyeses de Santa María a Nova y San Martiño-, con algunos peculiares detalles. Entre ellos, caben destacar algunos canecillos, un ventanal con sus correspondientes capiteles y una misteriosa figura que, al igual que la torre, terminada en forma de pequeño templete o pirámide, parece ser también una constante en los templos gallegos: el Agnus Dei. Un extraño símbolo, pues reproduce, por sus cuernos -como en las representaciones del sufrido Moisés o como el Amón egipcio- la figura de un carnero, cuya mirada está orientada hacia el este, hacia ese naciente donde el sol renace renovado todos los días después de ser engullido por las aguas del tenebroso que lame inmemorialmente las costas de Fisterra. Aun con desgaste, en los canecillos parecen observarse alusiones animales y vegetales, así como una posible referencia escatológica. Pequeños y sencillos, los motivos ornamentales de los capiteles, muestran dos leones afrontados a la derecha y un motivo vegetal a la izquierda.


Crucero y Peto de Ánimas de Eiroa

De factura muy similar al famoso crucero de Hio, que se localiza en el concejo de Cangas, en Pontevedra, este crucero noyés de Eiroa -no confundir con Eiroá, lugar cercano situado en la carretera que va hacia Muros y Bealo, un poco más adelante del parque de bomberos-, ofrece al visitante la magia de un modelado, el de la piedra, que en el caso de Galicia, está profundamente arraigada en el alma del pueblo. Barcas da Pedra, Cruceiros o Petos de Ánimas conllevan, en sus mismas esencias, una parte fundamental de un pueblo incapaz de alejarse de un celtismo que arraigó con unas raíces demasiado profundas.

En este crucero de Eiroa, se representa el Descendimiento; una escena, que en la parte frontal muestra a la Virgen arrodillada a los pies de la cruz y a un individuo con una pequeña escalera, sujetando el cuerpo de Cristo a la altura de la cintura. Por encima, se aprecia a dos individuos desclavando los brazos, uno portando un mazo y el otro unas tenazas. Los pies del crucificado están ya libres de los clavos, y en paralelo, muestran las heridas de éstos. Por detrás, la probable figura del Evangelista queda representada en medio de las escaleras sobre las que trabajan los personajes anteriormente mencionados. El cubículo central, dividido en cuatro partes -piedra fundacional y número sobre el que no es difícil hacerse una idea de los numerosos conceptos relacionados que puede representar-, muestra a ángeles portando los instrumentos de la tortura: la columna, el látigo, la lanza...

En definitiva, una obra de arte que contiene muchos detalles sobre los que detenerse a especular.





martes, 20 de enero de 2015

San Pedro de Bealo


De planta muy similar a la de San Pedro de Tállara -tanto que es difícil no plantearse la curiosa hipótesis de las iglesias gemelas- y como ésta, muy reformada y con idéntica advocación, aproximadamente ocho kilómetros más adelante y adentrados en el concejo de Boiro, se encuentra la iglesia de San Pedro de Bealo. También, como en el caso de Tállara, tiene anexo el cementerio del pueblo y dentro de la modernidad de la mayoría de sepulturas que éste alberga, se recomienda que el posible visitante se fije en alguna de las más antiguas, donde observará ciertos elementos simbólicos, que sin duda, le llamarán la atención.
El templo de Bealo, tiene igualmente adosada la torre a un lateral de la fachada principal, orientada al poniente, aunque, a diferencia de su templo homólogo de Támara, ésta se localiza a la izquierda –teóricamente, sería la derecha- según el observador se sitúa enfrente. No obstante y como en el caso de Tállara, la parte superior contiene, así mismo, ese remate de reminiscencias bizantinas con forma de templete, que caracteriza a una infinidad de templos gallegos, hasta el punto de poder considerarse poco menos que una constante. Probablemente reformada en siglos como el XVII o el XVIII, donde los gustos arquitectónicos del momento derribaban sin ningún pudor lo que se suponía era la ingenua y obsoleta moda de los antiguos y a la que se tenía poca apreciación, su tímpano original se vio sustituido por una hornacina practicada en el centro, que alberga una imagen de San Pedro, el santo titular. Por encima de éste, y rompiendo todos los esquemas originales, un moderno ventanuco hace que el visitante sienta cierta nostalgia del pasado, echando en falta los maravillosos rosetones que embellecían las arquitecturas anteriores, sin desmerecer, por supuesto, el detalle –también común a muchos templos- de la forma original de pentágono por el que se accede al templo, símbolo que, aparte de otros numerosos usos y connotaciones simbólicos, se encuentra estrechamente asociado a la figura mariana de Nuestra Señora. Una figura, que también se reproduce, en piedra, y hemos de situar en otra hornacina situada en la fachada norte.
Sobreviven, tanto el ábside cuadrado y de aspecto prerrománico como en el lateral sur, algunos canecillos de la fábrica original, en los que se advierten, a pesar del deterioro, típicas cabezas animales, alguna forma geométrica e incluso instrumentos musicales, como aquél con forma de pequeño barril.

A las afueras de Bealo,  y situado en un pequeño seto con forma de rotonda pegado a otra carretera comarcal, hay un antiguo crucero de piedra, así como un cartel que dirige al visitante hacia una de las tradiciones capillas montesinas o capelas, y un petroglifo, recordándole, de paso, algo que debe de tener muy en mente durante su visita: que se encuentra en una zona rica en elementos megalíticos.