Abandonando Noya y su entorno: Santa Marina de Obre y Crucero de Eiroa
En la periferia de Noya, así como en su salida, en dirección a Muros y Santiago de Compostela, a la altura aproximada del parque de bomberos, hay dos lugares muy particulares, en los que merece la pena hacer un alto en el camino: la iglesia cementerial de Obre, dedicada a la figura de Santa Marina y el magnífico Crucero y Peto de Ánimas de Eiroa.
Santa Marina de Obre
Barrio periférico de Noya, en el pequeño cementerio de Obre, el peregrino, el viajero o simplemente el curioso que se detenga ante sus puertas y acceda al interior del recinto, podrá contemplar, en una construcción que parece ser que también recibe el nombre de Capilla del Obre, una curiosa iglesita -dedicada a la dudosa, oscura y cuando menos misteriosa figura de Santa Marina, mártir especialmente venerada en lugares como Orense y Zamora-, en la que todavía sobrevive su ábside o cabecera de origen románico -los expertos, tienden a datarla en el siglo XII, con lo que sería muy anterior a los genuinos templos noyeses de Santa María a Nova y San Martiño-, con algunos peculiares detalles. Entre ellos, caben destacar algunos canecillos, un ventanal con sus correspondientes capiteles y una misteriosa figura que, al igual que la torre, terminada en forma de pequeño templete o pirámide, parece ser también una constante en los templos gallegos: el Agnus Dei. Un extraño símbolo, pues reproduce, por sus cuernos -como en las representaciones del sufrido Moisés o como el Amón egipcio- la figura de un carnero, cuya mirada está orientada hacia el este, hacia ese naciente donde el sol renace renovado todos los días después de ser engullido por las aguas del tenebroso que lame inmemorialmente las costas de Fisterra. Aun con desgaste, en los canecillos parecen observarse alusiones animales y vegetales, así como una posible referencia escatológica. Pequeños y sencillos, los motivos ornamentales de los capiteles, muestran dos leones afrontados a la derecha y un motivo vegetal a la izquierda.
Crucero y Peto de Ánimas de Eiroa
De factura muy similar al famoso crucero de Hio, que se localiza en el concejo de Cangas, en Pontevedra, este crucero noyés de Eiroa -no confundir con Eiroá, lugar cercano situado en la carretera que va hacia Muros y Bealo, un poco más adelante del parque de bomberos-, ofrece al visitante la magia de un modelado, el de la piedra, que en el caso de Galicia, está profundamente arraigada en el alma del pueblo. Barcas da Pedra, Cruceiros o Petos de Ánimas conllevan, en sus mismas esencias, una parte fundamental de un pueblo incapaz de alejarse de un celtismo que arraigó con unas raíces demasiado profundas.
En este crucero de Eiroa, se representa el Descendimiento; una escena, que en la parte frontal muestra a la Virgen arrodillada a los pies de la cruz y a un individuo con una pequeña escalera, sujetando el cuerpo de Cristo a la altura de la cintura. Por encima, se aprecia a dos individuos desclavando los brazos, uno portando un mazo y el otro unas tenazas. Los pies del crucificado están ya libres de los clavos, y en paralelo, muestran las heridas de éstos. Por detrás, la probable figura del Evangelista queda representada en medio de las escaleras sobre las que trabajan los personajes anteriormente mencionados. El cubículo central, dividido en cuatro partes -piedra fundacional y número sobre el que no es difícil hacerse una idea de los numerosos conceptos relacionados que puede representar-, muestra a ángeles portando los instrumentos de la tortura: la columna, el látigo, la lanza...
En definitiva, una obra de arte que contiene muchos detalles sobre los que detenerse a especular.
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Besotes.