'Imaginémonos al peregrino que ha pasado el Somport y que ha reposado en el famoso hospital: "la tierra española se abre entonces a los ojos y a los pasos por una de sus regiones más agrestes, Aragón, rudo y guerrero, donde el camino atraviesa los contrafuertes norte por el valle del río que le ha dado su nombre" (R. de la Coste-Messelière). Los santiaguistas, sin duda, contemplan largamente aquél paisaje nuevo, esta tierra magnífica y atormentada que el Apóstol había santificado al evangelizarla y al abandonar allí su cuerpo. Luego comenzaban el descenso hacia Canfranc y Jaca; dejaban a cierta distancia, en los montes y los bosques, el monasterio de San Juan de la Peña, se dirigían hacia el oeste, atravesaban las tierras de San Salvador de Leyre, alcanzaban Sangüesa, y por Monreal, Tiebas, Eunate y su capilla poligonal llegaban a Puente la Reina...'.
[Yves Bottineau: 'El Camino de Santiago', Ediciones Orbis, S.A., 1985, página 54]
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Definía Ambrose Bierce la oportunidad, como la ocasión propicia para decepcionarse. No fue mi caso, desde luego, en ésta, mi segunda y espero que no mi última visita a Eunate. Situada a apenas unos insignificantes kilómetros de distancia de Puente la Reina, lugar de confluencia de caminos jacobeos, una visita al entorno y a la ermita de Santa María de Eunate no deja, en modo alguno, indiferente. ¿Qué tendrá de especial cuando, fuera de los trazados habituales del Camino de Santiago, no hay peregrino que no se desvíe intencionadamente de su ruta, para visitarla con una especial devoción?.
Referirse a Eunate conlleva, invariablemente, enfrentarse con ese impenetrable Velo de Isis, del que ya los teósofos avisaban que no había sido levantado por ningún mortal. Mito, historia y leyenda conforman unas líneas defensivas harto difíciles de superar.
Su impasibilidad, esa manera atemporal de recibir invariablemente a curiosos y peregrinos, contrasta con el silencio de los valles de alrededor y alimenta aún más, si cabe, la misteriosa hermosura de su enigmática estructura octogonal.
La Diputación Foral de Navarra es consciente de ello, y posiblemente, de una manera intencionadamente hábil, conjuga en las explicaciones de sus carteles indicativos, relaciones inciertas que mencionan a templarios, sepulcristas y personajes legendarios de difícil -por no decir imposible- verificación, dejando abiertas varias posibilidades que, no me cabe duda, aparte de atraer turismo, juegan también con la predisposición del visitante. Porque, de alguna manera, todo el que acude a Eunate, lo hace predispuesto y en un porcentaje muy alto, buscando una Magia -la del Temple- que puede que no exista ni existiera nunca en el lugar, pero que, aunque parezca una incongruencia, alguna relación tiene.