miércoles, 14 de abril de 2010

Retorno a Eunate


'Imaginémonos al peregrino que ha pasado el Somport y que ha reposado en el famoso hospital: "la tierra española se abre entonces a los ojos y a los pasos por una de sus regiones más agrestes, Aragón, rudo y guerrero, donde el camino atraviesa los contrafuertes norte por el valle del río que le ha dado su nombre" (R. de la Coste-Messelière). Los santiaguistas, sin duda, contemplan largamente aquél paisaje nuevo, esta tierra magnífica y atormentada que el Apóstol había santificado al evangelizarla y al abandonar allí su cuerpo. Luego comenzaban el descenso hacia Canfranc y Jaca; dejaban a cierta distancia, en los montes y los bosques, el monasterio de San Juan de la Peña, se dirigían hacia el oeste, atravesaban las tierras de San Salvador de Leyre, alcanzaban Sangüesa, y por Monreal, Tiebas, Eunate y su capilla poligonal llegaban a Puente la Reina...'.
[Yves Bottineau: 'El Camino de Santiago', Ediciones Orbis, S.A., 1985, página 54]
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Definía Ambrose Bierce la oportunidad, como la ocasión propicia para decepcionarse. No fue mi caso, desde luego, en ésta, mi segunda y espero que no mi última visita a Eunate. Situada a apenas unos insignificantes kilómetros de distancia de Puente la Reina, lugar de confluencia de caminos jacobeos, una visita al entorno y a la ermita de Santa María de Eunate no deja, en modo alguno, indiferente. ¿Qué tendrá de especial cuando, fuera de los trazados habituales del Camino de Santiago, no hay peregrino que no se desvíe intencionadamente de su ruta, para visitarla con una especial devoción?.
Referirse a Eunate conlleva, invariablemente, enfrentarse con ese impenetrable Velo de Isis, del que ya los teósofos avisaban que no había sido levantado por ningún mortal. Mito, historia y leyenda conforman unas líneas defensivas harto difíciles de superar.
Su impasibilidad, esa manera atemporal de recibir invariablemente a curiosos y peregrinos, contrasta con el silencio de los valles de alrededor y alimenta aún más, si cabe, la misteriosa hermosura de su enigmática estructura octogonal.
La Diputación Foral de Navarra es consciente de ello, y posiblemente, de una manera intencionadamente hábil, conjuga en las explicaciones de sus carteles indicativos, relaciones inciertas que mencionan a templarios, sepulcristas y personajes legendarios de difícil -por no decir imposible- verificación, dejando abiertas varias posibilidades que, no me cabe duda, aparte de atraer turismo, juegan también con la predisposición del visitante. Porque, de alguna manera, todo el que acude a Eunate, lo hace predispuesto y en un porcentaje muy alto, buscando una Magia -la del Temple- que puede que no exista ni existiera nunca en el lugar, pero que, aunque parezca una incongruencia, alguna relación tiene.

lunes, 12 de abril de 2010

Olcoz: Iglesia de San Miguel


'¿Cómo hacer hablar a esas bocas de piedra?. ¿Cómo conseguir que nos revelen por qué esta portada se repite, especularmente invertida, en el cercano pueblecito de Olcoz?', -se preguntaba Rafael Alarcón Herrera -licenciado en Historia del Arte, investigador y escritor, entre otras muchas virtudes- refiriéndose a la portada de la ermita de planta octogonal de Santa María de Eunate cuando, allá por el año 1986, escribió para la posteridad el que sería uno de los grandes clásicos que sobre el Temple, el Simbolismo Iniciático y el Camino de Santiago, se han editado en este país: 'A la sombra de los templarios'.
Oficialmente, se fecha la portada en el siglo XII; y, sin embargo, como dice el título de la canción de Suzanne Ciani que acompaña al vídeo -'Timeless'- y dado su extraordinario estado de conservación, resulta atemporal, como si ese simbolismo labrado con esmero en la piedra, que, según la leyenda, desplegó bien el maestro templario henchido de orgullo, bien el misterioso y anónimo cantero natal, perteneciera a un universo paralelo que se encuentra separado tras el abismo dimensional pero insoslayable de un espejo de cristal. Esto es una licencia poética, desde luego, pero la idea original es ésta: las portadas de Santa María de Eunate y de San Miguel de Olcoz, son gemelas, pero invertidas.
Si bien es cierto que existen numerosas teorías en cuanto al significado de tan curioso y desconcertante simbolismo, lo cierto y evidente es que, a día de hoy, nadie ha sido capaz de decir la última palabra al respecto, aplicable, como es lógico, a ambas portadas.
Tampoco, que yo sepa -recalco esto último- y al contrario que en la cercana ermita de Eunate, parece haber algún tipo de conexión con el Temple, si exceptuamos lo descrito en la leyenda y la hipotética identificación con un miembro de esta milicia crística, que algunos autores observan en el caballero con capa y fídula, cuyos detalles se aprecian en toda su extensión en la portada de San Miguel.
Cercano a Eunate, aunque fuera de las guías oficiales y apenas señalizado, el pueblecito de Olcoz se elva sobre un pequeño altozano desde el que se aprecia un paisaje en el que predominan el monte bajo y los pequeños valles de prados de eríneos colores y tierras de labranza.
De la iglesia original levantada en el siglo XII, aproximadamente al mismo tiempo que la ermita de Santa María de Eunate, apenas ha sobrevivido nada, si exceptuamos la portada. El edificio fue prácticamente modificado en toda su extensión, durante los siglos XVII-XVIII, por lo que resulta poco menos que imposible saber qué forma tenía en realidad y qué otras posibles referencias podían relacionarla con Eunate.