miércoles, 6 de octubre de 2010
Castañeda, Cantabria: Colegiata de Santa Cruz
domingo, 3 de octubre de 2010
Cervatos, Cantabria: Colegiata de San Pedro
La clave del erotismo de San Pedro de Cervatos podría estar, entonces, directamente relacionada con estos ritos de la fertilidad, sin necesidad de buscar otras complicadas interpretaciones de origen tántrico oriental, que tanto se manejan en algunos círculos. La prueba de ello, quizás la encontremos en numerosas otras iglesias y colegiatas de la región -como Bolmir, Yermo o Argomilla, por citar algunas- cuyo erotismo no es, bajo mi punto de vista, inferior.
Pero si obviamos, o mejor dicho, dejamos en un segundo plano la erótica canecística, veremos que en este monumental templo de Cervatos -una pasada, como acertadamente dijo una amiga, cuya voz, anónima por respeto, se puede escuchar en el segundo vídeo que acompaña a esta entrada- hay otras claves, otros detalles de interés, que enlazan, en mayor o menor medida, con la posible presencia de una orden militar maldita -el Temple- y con un no menos complicado y fascinante tema: el de los canteros medievales y sus posibles rutas de influencia. Porque, continuando con lo que comentábamos al respecto en la entrada relativa a la Colegiata de San Martín de Elines, aquí, en San Pedro, volvemos a presentir la presencia, si no de ese misterioso magister Dom Michael, sí al menos de su escuela. Esto se hace evidente, comparativamente hablando, en las figuras de algunos de los capiteles interiores que conforman los arcosolios absidiales que rodean al altar. La sospecha surge, casi por sí sola, en la forma de las figuras, y sobre todo, en esa particular labra y disposición se las serpientes, tan familiares a las que podemos encontrar en San Martín de Elines y en tierras de Segovia, como en el interior del Priorato de San Frutos.
El elemento serpentario, parece ser una constante en el trabajo de este magister, o bien una continuación, con la misma técnica de enroscamiento, continuada idealmente por su escuela. Ideal o simbolismo, por otra parte, que podría indicar no sólo una alusión al Conocimiento, asociado generalmente a la figura de la serpiente, sino también una posible alusión a esas wouivres galas, que no serían, si no, esas corrientes telúricas que se desarrollan en el interior de la tierra y que, supuestamente, ejercen una serie de influencias determinadas, conocidas desde la más remota antigüedad.
Las figuras humanas -sobre todo aquella en particular que parece mostrar al propio magister, en el capitel de San Frutos y posiblemente a San Pedro, en este capitel de Cervatos- aunque familiares, también difieren, no obstante, en un detalle principal: los ojos. Lejos de parecer una circunstancia casual, parecen haber sufrido una evolución del círculo original al óvalo, comparable a aquellos otros atribuídos al denominado maestro de Agüero y de San Juan de la Peña, en una disposición que en opinión de algunos investigadores, como Juan García Atienza, denota o implica un concepto de trascendencia.
Trascendencia y atención requiere, también, la observación de otro de los capiteles interiores del ábside -y retornamos al mito serpentario- que representa la lucha de San Jorge/San Miguel con una monstruosa serpiente/dragón enroscada. Motivo que se presta a una especial relevancia en la temática -tanto externa como interna- de la portada de la iglesia de Santa María, en la relativamente cercana población de Yermo, y que constituye, en mi opinión, una auténtica rareza. Así mismo, se aprecia una gran calidad en la labra relativa a otras temáticas interiores, como pueden ser los motivos vegetales, los entrelazados célticos, y sobre todo, las aves, generalmente afrontadas y unidas por la cabeza; motivo de dualidad, tanto en lo referida a aves como a otro tipo de animales, bastante común, no obstante, a numerosas iglesias cántabras y palentinas, como tuve ocasión de comprobar este verano.
Con respecto a la posible conexión de la Orden del Temple, honestamente, no hay motivos suficientes para suponerlo, si exceptuamos la presencia de al menos, cuatro cruces del tipo paté: dos, grandes y bien visibles en los medallones de las nervaduras, y otras dos, muchisimo más pequeñas, situadas junto a otros motivos decorativos de probable reminiscencia céltica, que se localizan en uno de los capiteles situados junto al coro.