viernes, 22 de octubre de 2010
Villanueva de Nía, Cantabria: iglesia de San Juan Bautista
martes, 19 de octubre de 2010
Argomilla, Cantabria: iglesia de San Andrés
Tampoco el tiempo, cuando no los hombres, parecen haber sido genuinamente benignos, pues en su estructura se observan modificaciones que, con el correr de los siglos, han ido alterando su primigenia estructura. Como en el caso de Yermo, ésta iglesia de San Andrés se eleva sobre uno de los montes que dominan el pueblo; y aunque actualmente resulta imposible no ver la mano del hombre, restando cada vez más parcelas de monte para transformarlas en tierras de pasto y labrantío, observando lo que todavía sobrevive, bien pudiéramos imaginarnos el entorno tal y como era en la época en que se levantó la iglesia; un entorno indudablemente boscoso, salvaje y tan espeso como boca de lobo.
Esto no es óbice, en absoluto, para que, tanto iglesia como entorno, gozaran de cierta relevancia, como demuestran los sarcófagos de piedra que, a modo de piezas de museo, se conservan en una sala ajena al conjunto del templo; lugar y sarcófagos que, presumiblemente, pertenecían a la antigua abadía que se levantaba en el actual emplazamiento de la iglesia de San Andrés, y de la que apenas queda rastro.
Frente a ésta, se alza un antiguo palacete -ignoro, en realidad, si se trata del llamado Palacio de Ceballos o el Caballero- que, entre otras funciones, se utiliza para la guarda de aperos agrícolas y también como cuadra donde cobijar al ganado, vacas principalmente.
Dado que tampoco tuve ocasión de poder visitar el interior de la iglesia, continúo con mis impresiones de la misma, centrándolas en los motivos artisticos y culturales del exterior, como son las filas y motivos de sus canecillos.
Éstos podrían definirse, a grosso modo, y siguiendo una pequeña división de temática y contenido aparente, en:
- eróticos: grotescos y desproporcionados, en cuanto al tamaño y dimensión de los miembros viriles de hombres y animales, y también de cierta sutileza, como el ya citado e ilustrado con la fotografía número dos.
- crucíferos: no es el primer canecillo con una cruz que se observa en iglesias de la región. Al respecto, cabe destacar otro, más sencillo en su elaboración, que se halla por encima del pórtico principal de la iglesia de San Cipriano, en la también localidad cántabra de Bolmir.
- plantas, animales y monstruos, entre los que destaca aquél que muestra a una fiera, posiblemente un león, por su aspecto, devorando a un personaje que parece tener las manos atadas a un poste y que tal vez suponga una alegoría al martirio sufrido en Roma por los primeros cristianos, rememorando el mito de Daniel. Ese, al menos, podría ser su sentido exotérico, porque el león -si en realidad se trata de tal animal- en ocasiones representativo de la figura de Cristo, es también símbolo de Conocimiento y Sabiduría.
Aparte de éstos, y generalmente representando conceptos relacionados con la lujuria y el pecado, este templo de San Andrés nos ofrece, también, un curioso ejemplar de sirena que, según la opinión de Baruk (recomiendo leer su interesante aportación: 'Regeneración de un concepto: el canto de la syrenita románica) ofrece la peculiaridad, poco corriente, de estar contenida en el interior de una mandorla (ver comentarios).
Otra de las interesantes particularidades que se pueden observar en el exterior, es la presencia, aparentemente como marca cantera -sorprende, no obstante, la ausencia total o parcial de ellas- de un singular símbolo de maestría, elemento esencial en prácticamente todos los fundamentos de la denominada Geometría Sagrada y señal de reconocimiento entre hermandades compañeriles: la estrella de cinco puntas o pentalfa.
Estos son sólo algunos de los pequeños misterios que harán las delicias del investigador, quien, no obstante, podrá disfrutar también, en su visita, de un agradable entorno donde naturaleza y magia están estrechamente ligados, que no es otro que el que rodea tanto a la iglesia como a la población.