N o yerra, en absoluto, Mariano Cano Gordo cuando, en su libro Rutas para descubrir las Merindades de Burgos, afirma rotundamente que casi engullida por la carretera, se encuentra la minúscula iglesia de San Andrés, uno de los templos románicos más pequeños del mundo. Y es que, si hemos de creer lo que ven nuestros ojos cuando apenas dejamos atrás las contadas casas de un lugar que apenas cuenta con un habitante declarado, llegaremos a la conclusión de que allí, detrás de la siguiente curva, hace siglos que unos desconocidos maestros, olvidados para siempre en esos rincones ingratos de la Historia, dejaron en evidencia para la posteridad que Arte y Dimensión no tienen por qué ser, necesariamente, superlativos. Y que un templo, por pequeño que sea, puede ser tan agradable e importante para los ojos de los hombres, como para loor y honor de Dios que, dicho sea de paso, para eso fue creado. Q uien pase por Escanduso, situado a unos doce ó trece kilómetros de Medina de Pomar, deberá hacer...
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