Agüero: iglesia de Santiago
Por otra parte, y también atribuíbles a su excelsa mano, dos símbolos que se han convertido, si no en mito, sí al menos en una particular e inconfundible marca de la casa, extendiéndose a numerosos pueblos incluso más allá de las fronteras oscenses, como pueden ser las Cinco Villas zaragozanas. Estos símbolos, no son otros que la Adoración -idénticas, como salidas de fábrica y tema, desde luego, personalizado, con la única variación, o detalle, apenas perceptible, del número de puntas de la estrella, que puede variar entre 7 y 8- y por supuesto, la bailarina.
Pero si la identidad de este extraordinario Magister Muri constituye todo un misterio, no lo es menos el desconcierto de los investigadores a la hora de explicar los pormenores que rodean a ésta intrigante construcción que, por razones que se desconocen, no se llegó nunca a terminar, a excepción de la nave del crucero y los tres ábsides, llegando a nuestros días tal y como la encontramos.
Desde luego, no deja de ser enigmática la intención de levantar aquí un templo de características inicialmente basilicales, aunque algunos historiadores creen advertir detrás de semejante y colosal proyecto, la intención de retiro de un rey, Ramiro II, que se caracterizó por su acusada religiosidad, hasta el punto de llegar a ser conocido con el sobrenombre de el Monje. No obstante, sus restos, actualmente, descansan en la capilla de San Bartolomé, anexa al claustro de San Pedro el Viejo, lugar donde murió.
Enigmáticas, así mismo, son las numerosas marcas canteriles -se han llegado a recopilar casi una cincuenta de ellas diferentes, aunque también es cierto que algunas son de factura moderna- entre las que destaca una repetitiva y curiosa grafía -ANOLL- que algunos tienden a identificar -yo, desde luego, no pondría la mano en el fuego- con el nombre del misterioso Magister.
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