San Martín de Elines, Cantabria: Colegiata de Santa María


Una de las joyas indiscutibles, y a la vez principal atracción, de ésta zona merindesa denominada como Valderredible es, sin lugar a dudas, la Colegiata de Santa María, situada dentro del término municipal de San Martín de Elines, muy cerca de la frontera con Palencia. Forma parte, en unión con San Pedro de Cervatos, Castañeda y Santillana del Mar, del conjunto monumental de espléndidas colegiatas que se localizan en la Comunidad Autónoma de Cantabria, las cuales, con excepción de ésta última de Santillana, tuve ocasión de conocer con mayor o menor fortuna, el pasado mes de agosto.
Declarada Bien de Interés Cultural en 1931, destaca, en mi opinión, y en un lugar importante, la perfecta comunión de sus formas estructurales, con las características primordiales del entorno en el que se asienta. Hasta el punto de formar una imagen poco menos que perfecta, teniendo como fondo un relleno espectacular, compuesto por montes, bosques y valles, que tienen como denominador común una exhuberancia vegetal que, aunque característica de la zona norte peninsular, raya en ocasiones en la más excelsa de las lujurias.
Lujuria, por otra parte, bien entendida, que se experimenta frente al simbolismo secuencial de las interminables series de canecillos que se localizan en su estructura, y que atraen, irremisiblemente mirada y atención, como el canto de las sirenas -por citar a los clásicos- atraía a la perdición a los marineros que imprudentemente navegaban cerca de las rocas donde éstas habitaban.
Formando parte, pues, de un poema natural, sorprende, no obstante, la escasa documentación que ha sobrevivido a nuestros días, aunque se supone que la iglesia -datada, aproximadamente, en 1102- es una de las más antiguas de Cantabria. No ocurre lo mismo, sin embargo, con el claustro, que habría que situarlo, en opinión de los expertos, en el siglo XVI, del que se puede decir que, simulando por su florida ornamentación a esos patios típicos cordobeses repletos de flores de vivos colores, contiene una notable colección de elementos medievales -sarcófagos, en su gran mayoría y alguna que otra pila bautismal pertenecientes a iglesias de pueblos de los alrededores, probablemente despoblados- interesantes no sólo por la misteriosa identidad de los cuerpos -es de suponer que importantes- que albergaron -sobre todo el del supuesto caballero peregrino-, sino también, por la riqueza y calidad ornamental contenida en éstos, así como por el hallazgo, en varios otros, de cruces del tipo denominado como patada o paté, que podrían -ojo, sólo digo, podrían- sugerir el destino final de algún que otro miembro de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón: los templarios.
A este respecto, sería interesante añadir, que enfrente de la Colegiata, se localiza un edificio con trazas de cierta antigüedad, que luce también una cruz patada en la fachada, y que bien pudiera haber sido, en tiempos, una hospedería anexa al templo.
Destaca también -bueno es precisarlo en este punto- la presencia, en una de las columnas que conforman el arco de entrada a la iglesia, de una marca caracteristica de las hermandades compañeriles: la pentalfa o estrella de cinco puntas. Marca, por otra parte -y que cada cual saque sus propias conclusiones, achacándolo a la casualidad o a la causalidad- que se localiza en numerosas iglesias atribuidas a los mencionados caballeros. El tema no tiene desperdicio, porque, dejando a un lado su primitiva fábrica mudéjar, de la que apenas queda rastro, ¿quiénes tenían los medios necesarios para instalarse en los puntos clave de un Camino que, aparte la espiritualidad, no tardó en convertirse en una de las vías comerciales más prósperas de la Península?. Sin duda, las órdenes militares. Y entre éstas, desde luego, cabe destacar a la más poderosa de todas: la Orden del Temple. Orden que, como bien sabemos, protegía y se servía de ciertos gremios canteros -cuando no, de sus propios miembros-, algunos de los cuales pasaron a la clandestinidad cuando ésta fue definitivamente disuelta.
No resulta una elucubración, aunque sí un presentimiento, que una vez situados en el interior de la iglesia -y aprovechando el oportuno chivatazo de Syr - comentar que se observa la posible presencia de un misterioso Magister Muri que, entre otros lugares, dejó su fecit particular en el Priorato segoviano de San Frutos: Dom Michael. Su presencia resulta evidente, sobre todo, en un curioso capitel, que muestra a un personaje alrededor de cuyo cuello parece enroscarse una serpiente. Pero aún hay más, porque, comparativamente hablando, y tal y como los expertos definen en los ojos una de las características fundamentales para reconocer el trabajo del denominado maestro de Agüero y de San Juan de la Peña, esa misma caracteristica puede aplicarse a éste maestro Dom Michael -¿de posible ascendencia irlandesa, como se aventuraba a sugerir en ciertos círculos románicos, en trabajos de investigación relativamente recientes, publicados en el año 2007?- que, aparte de ésta característica o posible huella visual, dejó también la señal de su magisterio en otro capitel del ábside, situado detrás del altar: la espiral.
Otros elementos reseñables, y por lo tanto, interesantes de comentar, son aquellas representaciones artísticas que, aunque evolucionando a lo largo de diferentes periodos, mantienen una interesante constante en cuanto a ser portadores de ciertos elementos simbólicos de especial relevancia: las imágenes marianas.
La figura mariana que sobresale en esta Colegiata, es la de la Virgen de Elines. Se trata, en realidad, de una copia de la original que mantiene, en su forma, las características de aquellas originales románicas que la tradición, curiosa pero discutiblemente, atribuye al evangelista San Lucas.


Comentarios

Syr ha dicho que…
Habríamos escalado el alto de Cabria y los puertos del Escudo y Carrales, para, superando Villanueva de la Nía y repostar en el frescor de la cascada de Orbaneja del Castillo, llegar a la Merindad de Valderrible (Vall de ripa hiberis), porque como su nombre indica, es el Ebro quien da acceso a esa Colegiata del valle de su ribera. Su ábside, su husillo de 24 metros y 79 peldaños, su claustro con el primer capitel con el escudo de Santa Cruz ( cruz y serpiente), tapas de lápidas del abad Pedro y Martín Domingo y pilas de Quintanasolmo y Villaescusa. Sepulcro del Caballero Peregrino, tau y resto mozárabe...
Pero te contaré algo, amigo Caminante, junto al husillo y bajo los canecillos, está la " choricera". ¿ Qué representa?.

Salud y románico
juancar347 ha dicho que…
Observo con placer, que no fui el único en tomar notas, aunque creo que vosotros ya me llevábais la ventaja del conocimiento. Para quien no conozca el itinerario que tan bien has descrito, se lo recomiendo, pues si alguna vez lo hace, verá auténticas maravillas. En cuanto a tu pregunta, y sin pudor alguno, en este momento reconozco mi ignorancia. Pero a veces, la ignorancia también tiene sus ventajas, porque estoy seguro y espero, que nos sacarás pronto de la duda y que tu próximo comentario, al igual que éste, servirá para enriquecer esta entrada. Un fuerte abrazo
KALMA ha dicho que…
Hola! ¡Qué bonito! Canecillo por canecillo al son de una gaita y las cruces. No conozco "San Martín de Elines" pero a la próxima que vuele por Cantabria ¡Mis pies la pisaran! Y qué es "la choricera"? Un beso.
juancar347 ha dicho que…
Hola, bruja. Si tienes ocasión, deberías de ir; merece la pena. Los canecillos son de lo más interesante, relativamente bien conservado y en número suficiente como para terminar con torticulis, aunque no tan exagerados como los que se localizan en la siguiente colegiata cántabra de la que hablaré más adelante. Supongo que por choricera, Syr se refiere a la pequeña torreta o garita que se encuentra cerca del ábside. Pero espero que sea él quien nos termine sacando de la duda. Un abrazo
Syr ha dicho que…
Esto no es románico. Que conste.
Es más un apunte para esa inexcrutable agenda del Peregrino o para una entrada de Picota y cepo, pero vosotros lo habéis querido.

Rebobina el vídeo hasta el 0:26. No tienes una toma directa, pero en ese punto donde el paño de la fachada del mediodía linda con el husillo, bajo los canecillos, existe un bajorrelieve con, lo que parece ser, un Pantocrátor.

Antiguamente, durante la Cuaresma, los niños de Elines recibían la catequesis en la Colegiata y cuando volvían a casa a tomar su merienda ( un consabido bocata de chorizo), sus madres le aplicaban el mandato de la abstinencia dieciéndoles que no había porque se lo llevó la "choricera" ( refieriéndose al bajorelieve donde ellos escucharon la última arenga cuaresmal). A los niños, aquello como que les jodía, pero en tiempo de pasíón se aguantaban recociéndolo. Y cuando terminada la Cuaresma, la Pascua era florida, se vengaban de la "choricera" pegándo pedradas para que devolviera aquello de los que la privó.

Esta vez no fue una escopeta para demostrar la puntería del poderoso ni la política ni el censor eclesiástico, sino la expresión expontánea de la represión contenida de aquellos niños de nuestra niñez.

Salud y románico
juancar347 ha dicho que…
La verdad, Syr, es que nunca dejas de sorprenderme. No será románico, como dices, pero vale su peso en oro, y desde luego, que no te quepa duda de que ocupará un lugar de honor en mi cuaderno de Peregrino. Vamos, que tomo nota y te agradezco el dato. Un abrazo
Syr ha dicho que…
Bueno, querido amigo. Y ahora sí, el apunte románico a tu entrada. No eches en saco roto, cuando hables de esta Colegiata, que muy probablemente fue dirigida por el Magister muri Dom Michel, ese dominico que algunos identifican como "cementarios" ( masón) de Tournus, que tras Elines partiría a Tierras de Segovia para supervisar los trabajos del templo sepulvedado del Salvador.

Siempre es un placer leerte. Estar contigo, ¡ la reostia¡.

Salud y románico
juancar347 ha dicho que…
Agradezco el dato, que es sumamente significativo y que, con tu permiso, utilizaré a medida que vaya desarrollando la presente entrada. En realidad, he observado en algunas iglesias que hemos visto, referencias a otras que conocimos el año pasado y de las que procuraré hablar más adelante. Pero nunca hubiera asociado al Magister Dom Michael con esta Colegiata. Espero que nos veamos por esa Sierra Mágina dentro de poco. Un abrazo
Unknown ha dicho que…
En agosto también anduve por allí, Juan Carlos. Supongo que hicisteis un recorrido por Valderredible, espero que os emocionaran algunas joyas del valle y confío en que volvais. Así que esperaré las crónicas siguientes. Un abrazo.
juancar347 ha dicho que…
Hola, Iconos. La verdad es que me impresionó bastante; la zona lo merece y aunque no nos dió tiempo a visitar más, me considero satisfecho. Aunque con tiempo, tengo previsto continuar mis, digamos aventuras por tierras cántabras: Cervatos, Bolmir, Castañeda, Yermo, Argomilla, Villanueva de Nía...Un abrazo
Alkaest ha dicho que…
Aunque llego con tres años de retraso a ésta entrada... más vale llegar que rondar cien años.
Le recordaré al inefable Syr, que la "Vieja Choricera" no está en el relieve de Cristo con apóstoles, sino otra pequeña pieza pétrea muy cercana, al par que destrozada por las pedradas de la vengativa chiquillería... La noticia me la dio quien bien lo sabe, por su "oficio".
Y para vuestro regodeo, os diré que en un templo arruinado por la codicia, no muy lejano, existió una "prima hermana", también choricera, con semejante leyenda y actividad. Su imagen, dormita hoy el sueño de los justos en los sótanos de cierto museo "carolingio", de cuyo nombre no quiero acordarme...

Salud y fraternidad.

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