Neila: ermita de San Miguel Arcángel
Situado a la vera de un extraordinario paisaje, cuyos elementos estrella son, posiblemente, las numerosas lagunas glaciares que llevan su nombre, el pueblecito burgalés conserva una antigua e interesante historia, envuelta en ocasiones en las brumas impenetrables de la leyenda.
Dice el refranillo popular, que todos los caminos llevan a Roma; particularmente, ni niego ni afirmo nada, pero sí aconsejo seguir la ruta que el sábado pasado me llevó hasta este extraordinario lugar. Una ruta que, comenzando en la parte soriana de pinares, atraviesa poblaciones pinturescas como Vinuesa (villa y corte de pinares), Salduero, Covaleda, Duruelo de la Sierra, continuando en la provincia de Burgos, por Regumiel de la Sierra, Canicosa de la Sierra, Quintanar de la Sierra y Neila, recalando en lugares de gran interés, como la iglesia de San Miguel y la necrópolis mozárabe del siglo X, en Duruelo; las icnitas de Regumiel; la necrópolis de Revenga, en Canicosa o la Fuente Sanza, considerada como el lugar donde nace el río Arlanza, que se localiza a mitad de camino entre Quintanar de la Sierra y Neila.
Legendariamente hablando, como decía al principio, se relaciona también a los Siete Infantes de Lara con Neila, en relación a la muerte de Doña Lambra, ocurrida, al parecer, en las lagunas. Originalmente habitada por pelendones y romanos, y posteriormente por visigodos -la iglesia de Santa María se levanta sobre un antiguo templo visigodo- perteneció en el siglo X al Alfoz de Lara instituido por el conde Fernán Núñez; pueblo de mesteros, la sierra sobre cuyo valle se asienta, fue el escenario, así mismo, de cruentos combates contra los invasores franceses y lugar de refugio del famoso guerrillero conocido como el Cura Merino, cuya casa se conserva todavía en el pueblo. En Neila se localiza el nacedero del río que lleva su nombre; río que, apenas cinco kilómetros más allá, y dentro de los límites de La Rioja, cambia el nombre por el de Najerilla.
Una de las piezas indiscutibles del patrimonio histórico-artistico de Neila, es la ermita de San Miguel Arcángel que, aunque cueste trabajo decirlo, y para que continuara sobreviviendo -según me comentó la amable guía-, alberga en su interior las modernas instalaciones de la Casa del Parque. Aparte de las pinturas, probablemente de origen gótico, que muestran un Cristo in Maiestas y lo que puede ser un enfrentamiento entre grifos, otras piezas de interés que se observan en su interior, son la pila bautismal -en cuya peana, se advierte una serpiente enroscada-, la pidra fundacional (1) y varios capiteles que muestran, exquisitamente tallados, motivos vegetales y animales fantásticos, destacando, como en las pinturas, el motivo de los grifos.
En el exterior, su ábside aún conserva algunos capiteles y la serie de canecillos, bastante desgastados por efecto del tiempo y la erosión; entre los capiteles, destaca uno en particular, que muestra tres pequeñas cabezas, correspondiendo la del centro a un personaje árabe, a juzgar por el turbante que se aprecia en la cabeza. Es, en la parte del ábside, donde también se observan numerosas marcas de cantería, entre las que destaca, así mismo y repetida varias, la estrella de cinco puntas.
(1) La inscripción fundacional, dice lo siguiente: 'Fundó primeramente en (esta) iglesia y construcción de piedra y cal el abad Núñez con los suyos, para lo cual hizo la iglesia propia el maestro Nuño Sancho. Estos operarios descansen en paz del señor San Miguel. En (esta) casa, en la era de 1125 (año 1087). Esta casa fue construida por amor a Dios y es buena en su construcción'.
Comentarios
En dicha ocasión, apenas tuvimos tiempo de descubrir alguna curiosa cruz grabada en los muros de su parroquial de Santa María. Se nos escapó por completo esta magnífica ermita, nadie nos habló de ella, seguramente porque ya entonces estaba abandonada.
Veníamos, además, de visitar en Palacios de la Sierra el yacimiento medieval, cuyos tesoros nos mostró amablemente el párroco-arqueólogo: una colección de piedras con extraños grabados, procedentes del cementerio. Así que, entre eufóricos y onnubilados, pasamos de largo por Neila.
No obstante, corroboramos lo dicho por Juncar, la zona merece la pena visitarse, porque donde menos se espera salta la liebre, y la piedra románica.
Esa ermita, que en tiempos, sus buenos tiempos, sería templo con todas las de la ley, debió constituir un pequeño tesoro, antes de ser abandonada y saqueada. Los escasos testimonios escultóricos, que sobreviven, así lo anuncian.
Me llama especialmente la atención, esos "timpanillos" de las ventanas, con "rosetas exapétalas" y "flores", talismanes bien característicos de la herencia celto-romana.
¡Caramba, tengo que volver por esa zona fronteriza! ¡Fronteriza entre el mito y la historia!
Salud y fraternidad.
Al hilo del nombre del pueblo, en el oeste de la provincia de Ávila hay otro que se llama precisamente Neila de San Miguel.
Saludos.