Pino de Bureba: iglesia de San Martín Obispo



Continuando con el recorrido por esta interesante demarcación administrativa que es La Bureba, otra de las iglesias románicas que merece una cumplida atención, es la de San Martín Obispo, cuyos antiguos cimientos se asientan en el pueblo de Pino de Bureba. En las inmediaciones de Navas y Soto de Bureba, este pequeño pueblo apenas dista cuatro o cinco kilómetros a lo sumo, de una gran capital de provincia como es Oña. Así mismo, y como también viene siendo habitual, el templo ha sufrido numerosas reformas y añadidos, que han desvirtuado, en buena parte, su primitiva fábrica. No obstante, de ésta, destacan la portada, algunos canecillos sobrevivientes, y por supuesto, su peculiar ábside, cuya forma hexagonal llama inmediatamente la atención.
Sin hacer un despliegue exagerado, y en ocasiones apocalíptico, de esa temática que hace de lo fantástico y mitológico un modelo paradigmático característico del románico, en la cuidada labra de los foliáceos capiteles, comienzan a adivinarse detalles no exentos de calidad. Estos, quizás porque se encuentran mejor conservados, resultan más apreciables en su pórtico de entrada, elemento que expone detalles artesanales de esa rica botica medieval.
Por encima de éste, los canecillos derivan, esencialmente, en esas cabezas humanas que parecen haber posado, ad víncula, para un cantero que en mi opinión, tal y como comenté acerca de los de la parroquial de Hermosilla, aplicaba la melancolía clásica al servicio, quizás, de los que en aquél tiempo fueron sus mecenas y mentores, sin que ello implique la ausencia de algunos de esos terroríficos monstruos -representativos, generalmente, de defectos y pecados- por los que sentía un absoluto desprecio Bernardo de Citeaux.
Hexagonal, como he dicho (1), el ábside muestra, de una manera decorativa y complementaria, una arquería ciega, en los motivos de cuyos capiteles la erosión ha hecho especialmente mella, exceptuando aquellos que conforman el ventanal -protegido éste por una verja de hierro- que reproducen, como en el caso del pórtico, motivos vegetales de notable ejecución.
En los canecillos absidiales, así mismo, el diferente grado de conservación no excluye, por ejemplo, que dada su aparente sencillez, se pueda llegar a la conclusión -hipotética, por supuesto- de la presencia de varios canteros; e incluso, ¿por qué no?, con la diferencia de habilidad que puede caracterizar a un maestro de su aprendiz.
El acceso a la españada, se localiza prácticamente al final del muro norte, con unos escalones de piedra que permiten el acceso, dado el mal estado de la puerta de madera y la ausencia de cerraduras o cadenas, como ocurre en muchos otros templos.
Interesante en sus detalles, este templo de San Martín Obispo es visita obligada para los amantes del Arte en general y del románico en particular. Y como he comentado al principio, su cercanía a una capital de provincia, como es Oña, no sólo incrementa el aspecto turístico y cultural de la visita, sino que garantiza, también, la posibilidad de degustar los platos típicos de la región, en sus numerosos restaurantes.

 

(1) No pretendo meter el dedo en la llaga, pero como dato, podría ser interesante reseñar que este tipo de arquitectura está considerada por numerosos autores, como modelo de arquitectura netamente templaria. Evidentemente, existe, también, mucha disconformidad con el tema.

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