Románico alavés
La provincia de Álava, como vía de penetración a ese singular paradigma histórico que es el País Vasco, ofrece, a lo largo y ancho de su extenso territorio, muestras sensibles e interesantes de un Arte, el Románico, que se extendió como un reguero de pólvora, estableciéndose con saña sobre los ancestrales lugares de culto y tradición, de un pueblo, el vasco, cuyos orígenes aún hoy, en pleno siglo XXI, no han sido convenientemente establecidos y, por lo tanto, continúan siendo un auténtico enigma.
No es de extrañar, por tanto, que, independientemente de la ruta que tomemos -el norte, considerado de una manera estratégica por ser vía de penetración hacia el mar desde Castilla, o la denominada llanada alavesa, donde según los expertos, se localiza el románico de mayor calidad del País Vasco- tengamos, como visitantes, la certera sensación de que, en cualquier lugar donde nos detengamos, lo hacemos bajo la perspectiva de que no ha de tardar en parecernos sencillamente especial. Poco importa si, a priori, y aún dejándonos llevar por racionales juicios de valor, nos detenemos frente a la más humilde y rural de las ermitas, como aquélla, por ejemplo, dedicada a la figura ancestral de Andra Mari -la Gran Diosa Madre- o, por el contrario, lo hacemos expectantes frente a los despliegues técnicos e inconmensurables de lugares como la Colegiata de Armentia o el Santuario de Estivaliz. En ningún modo nuestra visita, ni la percepción del entorno en el que nos encontramos, nos dejará indiferente. Si aún tenemos la fortuna en nuestro viaje, de acceder a los auténticos templos megalíticos que, a pesar de que ya no muestran, en absoluto, todo el esplendor que tuvieron antaño, nuestras sensaciones se acrecentarán, y no sería extraño que, después de nuestra visita, retornáramos a casa haciéndonos mil y una cábalas, referentes a la mediática idiosincrasia del pequeño universo mistérico que acabamos que recorrer.
Es evidente, que yo no soy ningún experto en la materia; pero creo tener la suficiente sensibilidad, como para percibir lo especial que puede resultar intentar vivir el viaje que, a lo largo de las próximas entradas, propongo. Y sería un placer, llegado el caso, poder contrastar todas estas impresiones con aquellos que, sintiendo curiosidad y realizando la ruta propuesta, se sientan con ánimo de contrastar sus propias experiencias. Porque, si algo he aprendido a lo largo de estos años de camino, es que, independientemente de los credos y creencias, conlleva un enriquecimiento, cultural y humano, que suele desembocar, generalmente, en la más sincera de las amistades.
Bievenidos, pues, a esta pequeña sugerencia, que es el Románico Alavés.
Comentarios
Besines
*
De todo y de todos se aprende, y contrastar sensaciones y opiniones sobre temas que nos interesan, creo que nos beneficia a todos. Seguramente encuentres cosas interesantes, aparte de algunas que ya sabes. Pero lo bueno, es que siempre encuentras algo que se complementa con lo que ya conoces de otras regiones, y sirve, al menos, para especular. Porque realmente lo que hacemos, por regla general, no es sino especular e ir formándonos una idea de lo que, bajo nuestro punto de vista (equivocado o no) pudo haber pasado por la mente de los que construían estas obras tanto como de los que la encargaban. La ruta es larga, pero también amena. Un abrazo
No obstante, seguiré con gusto este blog tuyo e intentaré seguir el recorrido que propongas con lo que de él podamos aportar.
Y esas Andras Mari... ¡ Las que gustes.
Un abrazo
Y aunque sólo rozamos el sur del país, podemos certificar la riqueza de su arte, sus paisajes y sus gentes.
Salud y fraternidad.
Un abrazo