Descubriendo Betanzos


Al igual que Noya, Betanzos es otra de esas ciudades de la costa coruñesa, donde la Historia, el Arte y los grandes enigmas del pasado conspiran constantemente, hasta el punto de conseguir que una visita por su casco antiguo, se convierta en una auténtica aventura, con múltiples e inesperadas ramificaciones. Parte de esas ramificaciones, posiblemente se deriven de un dato fundamental, que hay que tener muy en cuenta a la hora de valorar sus principales templos: Betanzos fue una de las más importantes encomiendas de la Orden del Temple en la Península Ibérica. Una encomienda, dicho sea de paso, que fue permutada en 1255, por el rey Alfonso X el Sabio, a cambio de la martiniega real de la Tierra de Alcañices y Aliste, situada en la provincia de Zamora. De ahí que, probablemente, sobrevivan muchas de las antiguas referencias simbólicas de éstos, en los tres templos a los que hacíamos referencia anteriormente, que no son otros que los de Santiago, San Francisco y Santa María del Azogue, o del Mercado, que viene a ser lo mismo.
 
En ellos, como en Noya, se percibe cierto anónimo influyo oriental, que no sólo se aprecia en los motivos ornamentales que hacen que cualquiera de estos templos constituya, por sí mismo, todo un compendio de simbología que daría para mucho más que un simple estudio, sino también, en la existencia de sarcófagos de personajes orientales, anónimos, pero que, curiosamente, reposan en lugar privilegiado de cierto templo cristiano, como sería el de San Francisco. Un templo, éste de San Francisco, en el que los franciscanos -recordemos, que si bien los dominicos encendían hogueras, los franciscanos se encargaban de apagarlas-, también pusieron en práctica un tipo muy peculiar de arquitectura, probablemente basado o aprovechado, de los antiguos conocimientos de los maestros canteros templarios. De tal circunstancia, se vuelve a tener la impresión, algunos kilómetros hacia el interior, en plena capital lucense, temática que formará parte de otro estudio. Una temática que, posiblemente, no haya sido del agrado del episcopado del lugar que, me consta por ciertos detalles circunstanciales, el pequeño 'museo de piezas templarias' que antaño se exhibía en el interior de la iglesia de San Francisco, ha vuelto a ser reaprovechado, como puede apreciarse en la magnífica portada oeste que, curiosamente, vuelve a mostrar una temática sobre la que ya poníamos sobre aviso al hablar de los templos más relevantes de Noya: la Adoración de los Magos.
 
Pero a la simbología y a esos gazapos interpretativos a que tan aficionados eran los canteros medievales, como se verá al hablar de la portada principal del templo de Santiago, por ejemplo, hay que añadir la influencia de poderosas familias, como los Andrade, alguno de cuyos miembros, al parecer, debió tener cierta relación con los templarios, hasta el punto de ser Gran Maestre, una vez finiquitada ésta, en la renovada Orden de Cristo, creada en Portugal. De los Andrade, digno de mención, es el magnífico sarcófago de Fernán Pérez de Andrade, llamado O Boo, el Bueno, personaje curioso en extremo -representado en la tapa del sarcófago, muestra una estrella de seis puntas o Sello de Salomón en el pomo de su espada-, que fue, según parece, el mecenas de San Francisco y Santa María del Azogue.
 
En fin, toda una gama de enigmas y misterios, que os animo a ir descubriendo, adentrándonos en una ciudad tan hermosa y carismática como Betanzos.


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