Hay otros 'Casos Palamós', pero están en Mondariz Balneario
Domingo,
16 de agosto de 2015: amanece un día nublado y en Mondariz la resaca de las
fiestas parece haber detenido el tiempo entre ese hola y ese adiós, que preceden siempre a la madrugada, cuando
noche y día, luz y oscuridad hacen un cambio de guardia, una para ocultar y
otra para mostrar todas las miserias del mundo. Amedrentados, quizás, con los
últimos estertores de la jupiteriana
tormenta en ciernes, los gallos abortan su canto en la garganta, mientras los
barrenderos deambulan con carros y escobas por las calzadas, intentando poner
orden en los desechos de la fiesta. En el centro, allá donde los puestos de los
vendedores ambulantes se mezclan con las atracciones de feria y el olor a churros
y chocolate caliente se mezcla también con el del algodón caramelizado y los licores
derramados, algunos voluntarios pertenecientes a las entidades locales de
protección civil, dirigen, no sin un esfuerzo que por momentos parece vano, un
tráfico de vehículos y peatones, que comienza a amenazar con convertir la
ciudad en un nuevo caos. En la parte baja, allá donde la carretera serpentea y
se pierde en dirección a Ponteareas, Angoares –con su interesante iglesia de
San Pedro- y la Autovía de las Rías Baixas,
el pequeño mercado medieval de Mondariz-Balneario, apenas atrae a los pocos
curiosos que deambulan por el pequeño jardincillo anexo al curioso edificio progresista
con aspecto de ninfeo,
metafóricamente hablando, que alberga el famoso manantial de Gándara, las
propiedades de cuyas aguas –ferruginosas, en un alto porcentaje-, parecen un sólido
imán que atrae todos los veranos al ilustre paisano que está haciendo las Américas en la Moncloa.
Algunos
metros por encima de éste, la pequeña ermita dedicada a la Virgen del Carmen -figura
muy venerada, sobre todo por el ámbito marinero-, y el denominado Palacio del Agua, acotan un hermoso
parque de esos que, por el penetrante olor a humedad que se desprende de la
tierra, la intensa tonalidad verde esmeralda de la hierba, la marea de hiedra y
musgo adormecida plácidamente sobre piedras y cortezas de árboles, así como por
las hojas vencidas por el viento y caídas sobre los estrechos senderos, inducen
al inesperado visitante, a pensar que por una de esas felices casualidades,
acaba de adentrarse en uno de aquellos rincones perdidos de la antigua magia
celta, que tan especial han hecho siempre al inolvidable terruño gallego. Y
puede que sea por casualidad, también, que el visitante, apenas decidido a
comenzar un grato paseo por tan singular lugar, una vez comprobado el escaso
valor artístico de la referida ermita de la Virgen del Carmen, se tropiece, no
con un cartel informativo –aunque puede que piense, que seguramente el
Ayuntamiento de Mondariz se vea impotente de que las bruxas los roben por la noite
para utilizarlos como combustible de los calderos dagdáticos de sus aquelarres-, sino con unas huérfanas, misteriosas
e interesantísimas migajas dispersas de otra clase de magia que, aunque penetró
como una flecha en el corazón de Galicia, tuvo que aprender, no obstante, a convivir
con un costumbrismo que podría definirse como genético, y a la vez imposible de
erradicar completamente: el Cristianismo. Y con él, el que quizás sea, con toda
probabilidad, su más genuino modo artístico de expresión: el románico. Allá,
junto a una fuente de época, que es, además, un curioso e interesante Peto de Ánimas malherido –o embellecido,
según se mire- por la pátina del tiempo, el arco, así como algunos capiteles de
lo que debió de ser en tiempos una impresionante portada románica, dejan al
visitante boquiabierto. Tan boquiabierto, que una vez superado el trance inicial
de tan imprevisto encuentro, observa, no sin cierta estupefacción, no sólo unas
temáticas, sino también unas trazas y unos detalles curiosamente similares a
otros pertenecientes a templos y monasterios que hicieron historia, no sólo a
lo largo y ancho de Galicia, cuando las vicisitudes del Camino de Santiago y la
apertura de fronteras pusieron en movimiento la formidable máquina de hacer magia de benedictinos y
cistercienses, sino también, en tierras colindantes y de la Meseta.
Pero las
sorpresas, no terminan ahí, puesto que, algunos metros por encima del arco y protegidos por una débil cerquilla de
alambre, cuatro magníficos ventanales absidiales que, como en el caso del arco,
también destacan por su belleza y calidad, contribuyen a recordar el famoso
cuento de Hansel y Gretel, e inducir en el involuntario espectador, la
sensación de que alguien -¿quizás un temible, oneroso y devastador gigante
enfurecido, tan típico de los relatos medievales?- ha ido dejando un rastro de
impresionantes migajas, que en principio no parecen conducir a ningún origen ni
fin. Resulta bastante más que posible, entonces, que si casualmente, el
visitante es de aquellos interesados por el arte en general y por el románico
en particular, se deje llevar por los demonios, pensando no sólo a dónde
pertenecerán, en realidad, tan hermosos restos, sino también, por qué no están
en su lugar de origen, o mejor protegidos e incluso, rizando aún más el rizo, ya
que están ahí plantados –como delicadas florecillas en un auténtico Jardín del
Olvido-, por qué no están oportuna y convenientemente señalizados. Puede que
piense, en definitiva y con una desbordante tristeza, en ese incomprensible
rechazo gubernamental a fomentar el respeto y la protección del Patrimonio
Histórico-Artístico, e interesado, trate de ir más allá, e indague en aguas
turbulentas para saber más acerca de tan pintorescas ruinas. No le sorprenderá,
en absoluto, ver que coincide con la opinión de otros sorprendidos visitantes,
y posiblemente, como éstos y otros muchos, sus humores se enciendan
soberanamente, al comprobar las increíbles –cuando no indecentes- intentonas
urbanísticas que, alrededor del año 2012, giraron sobre el parque y su tesoro.
Por ello, y para que el lector se haga una idea aproximada sobre el probable
origen de éstas inapreciables joyitas del siglo XII y el milagro de que todavía
se puedan contemplar, pongo unos enlaces, que espero sean de interés.
Y es que,
de Casos Palamós, bueno es saber que en este país, estamos desgraciadamente
sobrados.
http://www.farodevigo.es/cartas/2012/12/12/restos-romanicos-balneario-mondariz/725270.html
www.fundacionmondarizbalneario.org/pdf/no0ticia/Enigma_Mondariz.pdf
http://www.concellodecovelo.es/?sec=26&parroquia=castelans&lanf=es
http://www.galiciamaxica.eu/Sitios/PONTEVEDRA/covelo/castelans.html
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2014/09/galicia/1412872672_929783.htm
Comentarios
Conocía de las propiedades del agua de Mondariz, pero nunca imaginé que escondiese esta hermosura.
Gracias y un besote.