Ribadavia: iglesia de Santiago
La
iglesia de Santiago, si bien contemporánea de la de San Juan, y aunque de
planta y proporciones similares, muestra, no obstante, algunas diferencias en
cuanto a estructgura y ornamentación se refiere, incluida, además, la
incorporación de un elemento de la que aquélla carece: el pequeño rosetón; un
elemento curioso y bastante bien ejecutado, que demuestra una habilidad de la
que quizás carezca el resto de ornamentación. De influencia aparentemente compostelana – se podría decir, que la
referencia a la escuela compostelana, por
no decir mateana es a Galicia lo que
la silense poco más o menos al resto
de Castilla-, su portada principal, orientada también a poniente, muestra
algunos detalles interesantes, que si bien no brillan por la magnificencia en
sí de la talla –como se decía, en referencia al rosetón, sino que denotan cierta
primitiva tosquedad y la intervención, quizás, de diferentes canteros con
desigual grado de habilidad o especialización-, sí lo hacen por la inclusión de
un notable simbolismo, en alguno de cuyos exponentes, podrían tenerse en cuenta
interesantes comparaciones con otros lugares allende Galicia, pero situados,
así mismo, en el norte peninsular. Seis son los capiteles –tres a cada lado-
que sustentan las arquivoltas. Los motivos de los tres capiteles situados a la
izquierda, muestran elementos foliáceos y la presencia de un tipo de arpía,
aparentemente masculina, donde aparte de la cola, larga y enroscada, que en su
parte final parece presentar la forma de una cruz, destaca lo que parece ser un
casco de forma circular en la cabeza. Este, a priori, puede ser un detalle
interesante, porque la serie de motivos que comienzan en los capiteles de la
derecha, lo hacen, igualmente, por la presencia de una arpía, en cuya confección
ya se denotan ciertas diferencias, no menos curiosas: la presencia de plumaje y
la incorporación, en el casco circular, de un pequeño pico o cono, que podría
indicar la intención imaginativa del tallista a la hora de representar un ser
mitológico que antes de tener escamas, tuvo alas: la sirena. Esto se puede
comprobar mejor, si observamos con atención, el pequeño ventanal que se eleva
sobre la portada sur del templo, donde se aprecia un ser semejante, incluido el
cono en la cabeza y lo que parece ser una inequívoca cola de pez. A
continuación de éste, y mostrando como fondo motivos foliáceos, dos aves
abrevan en una fuente o pilar. A continuación de éstas, un curioso
personajillo, teniendo también el motivo foliáceo como fondo, muestra un libro
en sus manos. Este personaje, que en algunos templos de la vecina Asturias –concejos
de Villaviciosa y Sariego- se muestra más elaborado, no delante, sino surgiendo
de ese otro mundo vegetal, simbólicamente hablando, se suele identificar con el Apocalipsis y la figura del Evangelista. Recordemos que el término apocalipsis significa revelación y en estos diseños, se podría
hacer referencia a esa difícil labor evangelizadora, realizada entre unos
pueblos tal vez demasiado reacios a abandonar sus antiguas costumbres, muchas
de ellas de origen celta y vigentes aún en la actualidad, sobre todo aquí, en
Galicia.
Por encima del pórtico, vuelve a detectarse la presencia, entre los
canecillos, de la figura del pez; salvo que aquí, en el templo peregrino de Santiago
y a diferencia de la vecina iglesia de San Juan, hay dos canecillos que inciden
en dicha figura, así como un tercero, éste último localizado en el ábside. Por
cierto: los tres están orientados hacia arriba, hacia el cielo; ninguna hacia
la tierra o hacia los polos. El ábside incorpora, además, una pequeña curiosidad: un instrumento
musical tan peculiarmente labrado, que la primera impresión que viene a la
mente, es la de representar una guitarra. La serpiente enroscada e incluso el ouroboros, también están presentes, si
bien la primera en el ábside y la otra formando parte de la imaginería canecística de la fachada sur. Una fachada,
que contiene, además, una pequeña portada, precisamente en la que se aprecia
otro elemento curioso e inusual: una referencia a ese personaje que, una vez
elaborada la leyenda dorada cristiana, sustituyó a la antigua diosa Fortuna: Santa Catalina. Junto al
capitel se aprecia una inscripción, de difícil lectura, que no obstante y
generalmente, se interpreta como el me
fecit del supuesto cantero. Aparte de otras curiosidades, en ese mismo
lateral sur se aprecian algunas marcas de cantero, así como un arcosolio que
contiene un curioso y anónimo sepulcro, que bien pudiera haber pertenecido a un
caballero templario –aunque menor que la sanjuanista, yo no descartaría también
la presencia templaria en Ribadavia-, pues muestra una cruz patada contenida en
un círculo al principio de lo que podría ser el palo de un báculo.
Digna de
mención, y por último, es la estilizada figura de un león que se localiza en
uno de los capiteles de otro de los ventanales situados en la fachada norte.
León que, aparte del simbolismo, es notablemente parecido a otro muy poco
conocido en general, que se localiza en el interior de la torre de la iglesia
de Santo Domingo de Silos, en la
pequeña población soriana de Señuela.
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