Ávila: iglesia de San Andrés
Extramuros
de la ciudad y emplazada en el denominado barrio de Ajate, cuyos orígenes se remontan a un arrabal medieval, dedicado,
precisamente, a la cantería, la iglesia de San Andrés, datada por los expertos
en el segundo cuarto del siglo XII, llama la atención –como en el caso de la
iglesia de San Pedro-, por algunos detalles que, en base a su aparente
originalidad dentro del románico avulense, la hacen, en este caso,
prácticamente única, según comentan los expertos. El principal de ellos, y a la
vez, posiblemente también el más evidente, se aprecia en su cabecera; una
cabecera, por otra parte, mucho más baja que la de cualquiera de los demás
templos de la capital –situados dentro o fuera de sus legendarias murallas-, a
la que con posterioridad, se le añadieron dos pequeños absidiolos. Es el
principal, no obstante, el que llama la atención, con esos ventanales ciegos,
dotados de pequeños capiteles historiados (1), que recuerdan los arcosolios
característicos del románico lombardo, estilo que, de cualquier manera, ya tuvo
numerosos antecedentes en el románico de otras regiones, siendo quizás digno de
mentar, la de algunos templos cercanos a Silos y por lo tanto a su influencia,
como podría ser el de Castrillo Solarana, aunque, evidentemente, salvaguardando
las distancias. Anclada en un agradable parquecillo, la iglesia de San Andrés
dispone, además, de dos entradas: una, orientada hacia poniente, como la
mayoría de los templos gallegos afines al Camino de Santiago y otra, situada en
el lateral sur de la nave.
Ejecutada en base a ese peculiar tipo de piedra
denominado jaleño –como los
interiores de la catedral, que le ofrecen un aspecto sumamente singular, hasta
el punto de que a consecuencia del color rojizo de la piedra, en muchos ámbitos
se la denomina como sangrante-, la
portada sur presenta algunas interesantes peculiaridades, siendo, probablemente,
una de las más significativas la presencia de todo un símbolo por antonomasia,
el crismón, derivado del primigenio lábaro y contenido el anagrama de Cristo. Peculiares,
tanto en su belleza como en su ejecución, son, así mismo, los motivos foliáceos
de tres de sus arquivoltas, alguno de los cuales, como ya se hizo mención al
hablar de la vecina iglesia de San Pedro, recuerdan a aquellos que se aprecian
en algunos templos del románico asturiano, enclavados en el entorno de
Villaviciosa, la antigua Maliayo. Los motivos de los capiteles, cuadro en
total, no difieren de los diseños comunes a cualquier otro templo de su género
y muestran leones, grifos y arpías. Es, precisamente, en éste lateral sur,
donde se aprecia alguna marca de cantería, así como algunos motivos crucíferos,
del tipo generalmente denominado como graffitis
de peregrino. Lisos, los motivos de los canecillos absidiales, llama la
atención la similitud de la portada orientada a poniente, con la que ya se ha
comentado del lado sur, si bien, en ésta, la arquivolta superior muestra
también otro motivo interesante: un ajedrezado, del tipo denominado jaqués. En
definitiva: un templo, este de San Andrés que, salvo algunos detalles y
modificaciones, conserva buena parte de su prestancia y armonía originales.
(1) Interesante,
el simbolismo de alguno de ellos, si hemos de hacer comparaciones. Como
ejemplo, citar ese que muestra a dos aves, probablemente águilas, abatiéndose
sobre un conejo, animal representativo de Osiris, que nos podría sugerir, en el
fondo, una visión cristianizada del culto antiguo a los muertos. Tal vez por
ello, y por supuesto, por motivos políticos, este animal fuera considerado
impuro entre los judíos.
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