Ávila: iglesia basilical de San Vicente
'El Ayer me ha dado a Luz. He aquí al Hoy, y he creado los Mañana...'.
[El Libro de los Muertos]
Dejando
aparte la catedral, posiblemente sea este templo basilical el más espectacular
del románico avulense, no sólo en su
ámbito capitalino, sino también en general. Dedicado a una controvertida
figura, la de San Vicente, que ya dejara franca huella sobre todo entre los
mozárabes andalusíes, artísticamente hablando, constituye un notable compendio
de arquetipos, en cuyas características no faltan patrones típicos del Camino
o, si se prefiere, de esa peculiar arquitectura, que tomando como ejemplo el
precedente de la silense, tiende a
denominarse como compostelana. Éstos,
quedan suficientemente testimoniados, cuando menos, en la puerta bífora y a la
vez principal, situada en el lado de poniente. Puerta bífora, por añadidura, cuyos
tímpanos parecen ofrecer un tema poco o nada frecuente con los desarrollados,
generalmente, en este tipo de elementos: escenas que, según los expertos, representarían
la muerte de Lázaro; una temática, no obstante, con la que se podría especular,
metafórica y simbólicamente hablando, con su situación dentro de esa
orientación oeste-este, oscuridad-luz, muerte y renacimiento que tanto abunda
en los templos gallegos y tan bien conoce el peregrino. Interesantes, así
mismo, son los motivos de las arquivoltas –esquivando la presencia del crismón, presente en la portada del lado sur-
donde resalta la presencia de un símbolo universal, precedente de la cruz, como
son los polisqueles e incluso esos
leones atrapados entre zarcillos, motivo que, sustituido por la figura del
macho cabrío suele ser bastante recurrente en el románico de la vecina
comunidad de Segovia. Notable, tanto por su originalidad como por su ejecución –no
olvidemos, que en el fondo, esta portada es toda una porta speciosa-, es la especie de corrala –comparativamente hablando-
situada por encima de las arquivoltas, cuyos personajes –cabe destacar el
desnudo femenino, tal vez alusivo a la tentación y la lujuria, que al menos de
cintura para arriba tiene una gran representatividad-, parecen representar una
tragi-comedia, cuyos argumentos y diálogos, de manera intencionada, tal vez
quiso el cantero que quedaran a la libre especulación del espectador.
Digna de
admirar, aunque sin la profusión ni la profundidad creativa de la anterior, es
la portada del lateral sur, entre cuya escultura –dejando aparte la Anunciación y la figura real, que
ocupan los lugares más próximos a las jambas- quizás figure alguna alusión al
santo titular, si bien se obvian –y cabría preguntarse por qué-, la riqueza de
arquetipos asociados –entre ellos, no sólo la figura del cuervo sino también la
alusión al mito de Osiris en el
desmembramiento y la posterior recuperación de los restos del santo arrojados a
las aguas-, que tan bien y detalladamente se describen en unas pinturas murales
de una iglesia de idéntica advocación, situada en la zona del Pirón, también en
la vecina comunidad de Segovia. Llaman la atención, situados también en lo más alto de este lateral sur, la gran profusión de metopas, continentes, de igual manera, de una gran profusión de rico y variado simbolismo, cuyo intento de interpretación daría material suficiente para todo un ensayo. La cabecera está formada por un ábside principal y dos pequeños absidiolos, correspondientes a las capillas de la Epístola y del Evangelio, entre cuyos elementos caben destacar -muchos de ellos restaurados- los motivos de los canecillos, compuestos por la típica imaginería románica: figuras humanas, vegetales y mitológicas.
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