La Lugareja de Arévalo
No
podía faltar en este blog, una referencia a la que quizás sea, después de todo
y en referencia a la práctica totalidad del conjunto castellano-leonés, la joya
de la corona, por excelencia, del románico mudéjar: aquélla, que emplazada en
las afueras de Arévalo, es conocida popularmente como La Lugareja. En efecto,
situada aproximadamente a dos kilómetros de Arévalo, tomando la carretera
comarcal que desde el mismo centro de Arévalo se dirige hacia Palacios Rubios,
La Lugareja es la parte afortunada –si tal comparación es posible-, de un
monumental poema de magia artístico-geométrica, que ha sobrevivido hasta
nuestros días, sin duda para hacernos meditar, con el sabor amargo que tiene
siempre la nostalgia, en todo aquello cuanto se ha perdido, arrastrado por ese
violento cierzo destructor que se llevó de un zarpazo buena parte de la
hermosura de un pasado al que el poeta francés François Villon denominaba,
entre hipos y suspiros, las nieves de
antaño. Sus orígenes, si bien inciertos, nos invitan a remontarnos, desde
su imperioso silencio, a un imaginario viaje en el tiempo, para situarnos en un
siglo, el XII, en el que, aun consolidados los fundamentos del monacato Benito,
hubo órdenes, no obstante, que probablemente tomando como ejemplo a los
andariegos monjes irlandeses, abandonaban su centro primordial, para ir
ampliando su influencia en círculos cada vez más extensos, de un modo similar a
como los antiguos pueblos megalíticos lo hacían, documentando su camino con los
laberintos y las espirales que grababan en las rocas. Tal sería el caso, por
ejemplo, de la Orden del Císter, que, si bien se sabe que no fueron los
fundadores, parece ser, sin embargo, que se establecieron aquí, cuando menos en
el año 1240, existiendo documentación, por demás señas, que avala, con
anterioridad a ella, la presencia de canónigos regulares, detalle que puede
haber inducido la sospecha de que entre sus constructores y primeros moradores
figurara la siempre apasionante pero a la vez polémica Orden del Temple. Fuera
o no éste el caso –no siendo tampoco éste el momento y lugar para debatirlo-,
sí hay constancia de que en la referida fecha de 1240, estaba establecida aquí,
en este monasterio de Santa María de Gómez Román, como se llama en realidad, una
rama femenina de la Orden del Císter.
Declarada monumento histórico-artístico,
con fecha 4 de junio de 1931 y enclavada dentro de una finca particular cuya
visita está únicamente restringida a los
miércoles y en horario de 13,00 a 15,00 horas, aunque no posea de su antiguo
esplendor monasterial, apenas poco más que una hermosa cabecera, en la que
destacan sus tres ábsides, sí parece conservar, o cuando menos recordar, en
parte de la estructura aneja, a las antiguas basílicas visigóticas,
encontrándose, así mismo, ciertos detalles que inducirían a comparar, y por
defecto a especular, con algunas enigmáticas estructuras que se localizan,
generalmente, en los extraordinarios edificios del denominado arte o
prerrománico asturiano, las cuales
responderían al nombre de capillas de San
Miguel, habitáculos sin acceso, el objeto de cuyo sentido y utilidad,
levantó en el pasado no pocos e interesantes debates, estando relacionados,
quizás, con la antigua costumbre de abrir una abertura en el tejado de los
hogares para la salida del alma del difunto, siendo un probable precedente, así
mismo, de las denominadas linternas de los muertos, que se localizan en
determinadas ermitas funerarias, como son la de Santa María de Eunate y el
Santo Sepulcro, situadas en Navarra y Logroño respectivamente. Hipótesis más o
menos fascinantes aparte, merece la pena fijarse en las tallas de las ménsulas
que decoran el cimborrio, en las que se aprecian cabezas humanas y fantásticas
brotando de flores a modo de corolas. Es, precisamente un poco por encima de
este cimborrio, situado en el ábside principal, donde se aprecia una pequeña
ventana que induce la sospecha de poder ser, en el fondo, esa capilla de San Miguel a la que se hacía
referencia. Como único mobiliario, mencionar un pequeño retablo barroco, en el
que se aprecia, entre otra imaginería, una alegoría de la Virgen y San
Bernardo.
Publicado en STEEMIT, el día 22 de Enero de 2018: https://steemit.com/spanish/@juancar347/la-lugareja-de-arevalo
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