Milenariamente elegante / Millennial elegant
Hay monumentos muchos más antiguos que esa Puerta de Alcalá,
de la que tan orgullosos nos sentimos los madrileños, que, incluso un milenio
-que se dice pronto- antes de Sabatini y su meritoria elegancia renacentista, continúan
viendo el tiempo pasar, con esa atónita indiferencia que conlleva la
inmortalidad. Una inmortalidad, de hecho, ganada a pulso y compás, cuando la
Arquitectura estaba al servicio de la fe y la Geometría, metafórica y
comparativamente hablando, era, sin duda, el lenguaje de Dios.
Desconcertante y extremadamente bella, la iglesia prerrománica de San Salvador, conocida, popularmente, como ‘el Conventín’, continúa siendo, desde aquellos oscuros tiempos altomedievales, que asistieron al fin del imperio visigodo y al comienzo de un nuevo mundo, donde dos religiones se batían a duelo en los campos de batalla, a este lado peninsular de las temidas Columnas de Hércules, la joya arquitectónica indiscutible, de ese prodigioso y espectacular concejo asturiano de Maliayo, hoy en día, conocido como Villaviciosa, cuyos lagares, siguiendo las más remotas tradiciones celtas, continúan produciendo una bebida reconocidamente internacional: la sidra.
There are
monuments much older than that Puerta de Alcala, of which we Madrid residents
feel so proud, which, even a millennium -which is said soon- before Sabatini
and his meritorious Renaissance elegance, continue to watch time go by, with
that astonished indifference that immortality entails. An immortality, in fact,
earned by hand and beat, when Architecture was at the service of faith and
Geometry, metaphorically and comparatively speaking, was undoubtedly the
language of God.
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