Camino de Santiago Asturiano: Santa María de Narzana

Se sitúa este interesante templo románico de Santa María de Narzana, a dos kilómetros escasos de Vega, la capital del concejo de Sariego. Elevado sobre un vallecillo en el que, como es habitual, las diferentes tonalidades de la vegetación cautivan con su vitalidad y belleza, se observa, producto de sus sucesivas restauraciones, el entramado que, a la manera de porche y característico en la gran mayoría de iglesias asturianas, protege el pórtico de entrada, otorgándole un peculiar aspecto. Entre estos añadidos modernos, cabe mencionar, como curiosidad a tener en cuenta, la distribución del suelo que cubre dicho porche: un medallón central sobre el que inciden numerosas ramificaciones, a modo de radios. Este mismo diseño, dicho sea como dato anecdótico, se puede observar también en la ermita de planta octogonal de Santiago, enclavada, junto con otra ermita de planta y detalles más sencillos -la de la Magdalena- en la cima del Monsacro.

Opinan algunos autores (1), que aún obviando a priori el detalle de su aparente sencillez, Santa María de Narzana fue fundación monástica, presumiblemente -esto es añadido propio- a mediados del siglo XII o principios del siglo XIII. En esas épocas debemos situar la portada abocinada, así como otros interesantes elementos decorativos incorporados en su ábside. Interesa saber, también, que algunos de estos elementos coinciden, en mayor o menor proporción, con los que se pueden contemplar en otras iglesias, situadas en concejos vecinos. Podría ser el caso, sin ir más lejos, de la iglesia de San Esteban de Aramil, que se localiza en el vecino concejo de Pola de Siero, a escasa distancia de la Autovía a Santander.



La portada, aún a pesar de que los estragos del tiempo -incendios provocados y saqueos incluidos, que no permiten adivinar en algunos casos sus elementos-, ofrece un interesante muestrario simbólico, del que se puede comenzar a hablar, comentando, por ejemplo, los capiteles. En ambos laterales, el motivo de los capiteles coincide: vegetales y grifos. Los grifos del capitel de la derecha, no obstante enfrentados, muestran un detalle que puede o no, ser relevante, pero que sin duda resulta curioso: el número de dedos en las patas y en las garras de estos fantásticos animales, varía de tres a cuatro. Interesante se ha de considerar, así mismo, por el simbolismo solar que conllevan, los motivos vegetales en forma de esvástica o martillo de Thor, de carácter levógiro por su orientación hacia la izquierda o, si se prefiere, en sentido inverso al movimiento de las agujas del reloj.






Por encima del capitel de la izquierda, y a modo de cenefa, se observa una escena de caza que, en cierto modo, complementa otros usos y costumbres que se vislumbran en las metopas localizadas en la parte superior del pórtico, junto a la temática simbólica desarrollada por el cantero en los canecillos. Entre los motivos de las referidas metopas, podemos reseñar una escena de lucha libre, una posible Adoración, Daniel rodeado de leones, y una especie de disco solar, que muy bien pudiera estar formado por una o varias serpientes enroscadas. Por otro lado, entre las representaciones de los canecillos, no faltan aquéllas que, objetivamente hablando pueden calificarse de escenas cotidianas -diversos personajes, incluido un hombre armado con un arco- y por supuesto, los monstruos, representativos, en principio, de vicios y pecados. Común, como en muchos otros templos del Principado, en el pórtico tampoco faltan, así mismo, los motivos ondulados que, aparte de representar el mar, con su eterno movimiento transmitido en las olas, puede hacer alusión, también, al origen foráneo de los constructores.


Este motivo ondulado, lo encontramos también en el ventanal central del ábside, siendo vegetal o foliáceo el motivo decorativo de los capiteles. También aquí, en la zona absidal, se repiten las secuencias ilustrativas conformadas por metopas y canecillos, en las que, aparte de motivos florales, se repite, y en varias ocasiones, aquélla representación solar, que anteriormente mencionaba, aventurando la posibilidad de que pudiera estar formado por una o varias serpientes enroscadas. ¿Un ouroboros, quizás?.


Por último, y en referencia a los motivos que ilustran los canecillos, se puede observar que éstos, referidos a unos artilugios que bien pudieran ser armas, hondas para ser exactos, se repiten; como se repiten, además, que conllevan un mensaje -hemos de suponer que evangelizador- representado por un personaje de aspecto clerical, que muestra un libro abierto en sus manos. Hacia el centro, aproximadamente, del medio círculo formado por el ábside -en similar posición y de similares caracteristicas a aquél otro que se localiza en la iglesia de San Esteban de Aramil- dos serpientes enroscadas sobre una especie de vara o palo, conforman el caduceo de Hermes, posteriormente asumido por el dios romano Esculapio y símbolo ancestral de la medicina.


(1) Luis Díez Tejón: 'Prerrománico y románico en Asturias', Ediciones Lancia, 3ª edición, 2008, página 81.




Comentarios

Alkaest ha dicho que…
Los niños, cuanto más pequeños más escándalo arman, gritan y saltan, hasta aturdirnos.
De igual modo, muchos templos, cuanto más pequeños más llaman nuestra atención.
En este de Narzana, el griterío es tal que también nos aturde, nos cuesta comprender lo que dice, quizá porque habla con un leve acento normando.
Sin embargo, saltan a la vista señales inequívocas de lo que trata de comunicarnos.
Ahí están esos poliskeles vegetales en las arquivoltas, y esas figuritas -o "figurones"- sobre la portada y bajo los aleros.
Es preciso serenarse un tanto, detenerse, y distinguir entre tan singular vocerío el hilo conductor de su viejo idioma. Una lengua ancestral, cargada de sabiduría...

Salud y fraternidad.
juancar347 ha dicho que…
Cuánta razón tienes, Magister, en tu apreciación; y qué hábil el símil con el que, a grosso modo, pones de manifiesto una gran Verdad. Reconozco que yo no hubiera utilizado la palabra normando, pero sí la de foráneo para describir el estilo de unos elementos que, en mayor o menor medida, encontramos aún alejados de la costa. Entre ellos, las ondulaciones de unos pórticos que, en mayor o en menor medida, puedan proporcionar pistas en ese sentido; las inequívocas referencias solares contenidas no sólo en esas metopas que unen espíritu y vida cotidiana, o en esos poliskeles vegetales donde se aprecia, perfectamente, el martillo de Thor; o lo que es lo mismo, un granado número de esvásticas levógiras. Por citar sólo algunos ejemplos. Pero no hay duda de que los niños gritan; y en este caso, gritan con fuerza. Un abrazo

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