Hospital do Incio: iglesia de San Pedro Félix


Dentro de la variedad y peculiaridad de los numerosos monumentos medievales situados a lo largo y ancho de ese emblemático hito histórico conocido como el Camino de Santiago, destaca, tanto por su belleza como por su rareza y exclusividad al utilizar sillares y mármol en su construcción, los restos de la que fuera una de las siete encomiendas que, según se sabe, tuvo la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén en Galicia: la iglesia de San Pedro Félix o San Pedro Fiz, situada a las afueras de la localidad lucense de Hospital do Incio, parroquia perteneciente a la comarca de Sarria, y en las proximidades, también, de Portomarín. Independientemente a como se ve ahora, se tiene noticia de que tuvo que ser, allá por el siglo XII, un impresionante conjunto, que hacía las veces de fortaleza, encomienda y hospital, siendo el lugar elegido –si hemos de hacer caso a la tradición- por ser aquél donde se martirizó a una virgen, que se representa con un solo pecho y que recuerda a la Águeda tradicional, que se suele representar, generalmente, con los pechos en una bandeja –de la misma manera que Santa Lucía y sus ojos-, tradición que posiblemente refleje o justifique, la cristianización de un lugar sagrado precristiano. De hecho, frente a la iglesia, todavía subsiste un pequeño edículo, con forma de capilla, marcando el lugar del referido martirio –tales lugares abundan en Galicia, como en Augas Santas y la historia de Santa Mariña-, y utilizado en tiempos, según diversas fuentes, también como calabozo. Curiosamente, en el interior del pequeño habitáculo, aún se observan algunas cadenas colgadas del techo, aunque quizás la pieza más destacada sea el pequeño escudo que se vislumbra sobre el arco del pórtico con forma ojival, en el que se observa una cruz, cuyos brazos pudieron ser patados en origen; debajo la cruz, un árbol –recordemos, la íntima asociación entre árbol y cruz y cómo éste figura prácticamente en casi todos los escudos de época medieval-, siendo, posiblemente lo más curioso, dos pequeñas cabezas que se observan en la parte superior, pegadas aunque fuera del escudo, una a cada extremo, representando la de la izquierda el rostro con tocado de una mujer.

Disponía de dos torres románicas, defensivas; actualmente, tan sólo sobrevive una de ellas, reconvertida, no obstante, en campanario y separada algunos metros de la nave de la iglesia, en su lateral norte. Apoyada junto a la puerta de ésta, se aprecia el frontal de un sepulcro, que contiene como motivo decorativo, una cruz ahorquillada, de posible origen suevo, muy similar a las que se aprecian en otros frontales de su estilo que se pueden encontrar, así mismo, a lo largo y ancho de Galicia, como aquél, por ejemplo, que se localiza en la Capilla del Santo Cristo, en la iglesia del Monasterio pontevedrés de San Juan de Poyo, que se considera como el sepulcro de una santa muy peculiar y significativa: SantaTrahamunda. Con los sillares de la segunda torre, al parecer, se procedió a su derribo en el siglo XVI y posterior reutilización para construir el panteón de una de las familias más notables de la nobleza gallega: los Quiroga. Tanto el tímpano de la portada principal, orientada a poniente, como el de la portada orientada al sur, ostentan, como motivo representativo, una cruz de Malta o de ocho beatitudes, siendo de índole austera y netamente foliácea los motivos de sus canecillos. Varían, no obstante, hacia formas geométricas, aquellos otros que se aprecian en los laterales de las basas que soportan las columnas que sostienen a éstos.

Como detalle significativo, comentar la forma poligonal del ábside o cabecera; una forma que, aun lejos de atribuciones de ningún tipo, caracterizaba algunas de las construcciones de uno de los maestros posiblemente más desconocidos de todos cuantos intervinieron en la catedral compostelana; un maestro, al que se atribuye la portada o parte de la portada de Platerías y que también –documentalmente consignado, en éste caso-, intervino en la catedral de Pamplona: el Maestro Esteban. Como conclusión, añadir el espectacular entorno en el que se sitúa este singular y atractivo complejo monumental.



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