El monasterio del Santo Grial / The Holy Grail Monastery
San Juan de la Peña es otro de esos lugares, especialmente
agraciados, que no deja a nadie indiferente. Su longevidad, su arcana belleza o
el hecho, relevante en sí mismo de haber servido como morada eterna a los reyes
de la Corona de Aragón, pueden ver reducida su importancia, si tenemos en
cuenta un detalle soberanamente trascendental, que los eclipsa por completo:
fue el lugar donde se depositó una de las reliquias más significativas de la
Cristiandad. Aquella, que, puesta a salvo por San Lorenzo, cuando los bárbaros
de Alarico asaltaron y saquearon Roma, se caracteriza por haber sido la copa
utilizada por Jesucristo en la Santa Cena: el Santo Cáliz o Santo Grial. El
mismo objeto sagrado, que, aún habiendo estado no pocos años en la Aljafería de
Zaragoza, terminó recalando, por mediación del rey, Martín el Humano, en la catedral
de Valencia, lugar donde todavía se encuentra actualmente.
Pero San Juan de la Peña, con su espectacular claustro románico, inusual y sorprendentemente encajado en los recovecos de una espectacular caverna, es también uno de esos carismáticos lugares en los que dejó huella un misterioso y anónimo maestro cantero, cuyas andanzas y sabiduría, constituyen todo un genuino rastro de una buena parte de la mejor arquitectura románica que caracteriza a ciertos lugares emblemáticos de Navarra, Huesca y las principales ciudades de las sobresalientes Cinco Villas zaragozanas: el Maestro de San Juan de la Peña, al que también se conoce como el Maestro de Agüero.
San Juan de
la Peña is another of those places, especially graceful, that leaves no one
indifferent. Its longevity, its arcane beauty or the fact, relevant in itself,
of having served as the eternal home of the kings of the Crown of Aragon, may
see its importance reduced, if we take into account a sovereignly
transcendental detail, which completely overshadows them: It was the place
where one of the most significant relics of Christianity was deposited. That
which, saved by Saint Lawrence, when Alaric's barbarians attacked and sacked
Rome, is characterized by having been the cup used by Jesus Christ in the Holy
Supper: the Holy Chalice or Holy Grail. The same sacred object, which, despite
having been in the Aljafería of Zaragoza for many years, ended up ending up,
through the mediation of the king, Martin the Human, in the cathedral of
Valencia, where it is still located today.
But San
Juan de la Peña, with its spectacular Romanesque cloister, unusual and
surprisingly nestled in the recesses of a spectacular cavern, is also one of
those charismatic places in which a mysterious and anonymous master stonemason
left his mark, whose adventures and wisdom constitute a genuine trace of a good
part of the best Romanesque architecture that characterizes certain emblematic
places of Navarra, Huesca and the main cities of the outstanding Cinco Villas
of Zaragoza: the Master of San Juan de la Peña, which is also known as the
Agüero's Master.
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Both the text and the accompanying photographs are my exclusive intellectual
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