Piedras de juglaría / Minstrelsy stones
En ese sorprendente paraíso natural que es el Principado de
Asturias, hay lugares donde todavía, a pesar de los siglos transcurridos, las
piedras de los viejos monasterios benedictinos cuentan fantásticas historias,
reducidas por la ortodoxia académica a la categoría de simples leyendas, pero
que, pese a todo, han acompañado, junto al agradable fuego del hogar en las
inclementes noches de invierno, a multitud de generaciones, que, a fuerza de
escucharlas con esa pasión que emana de todo lo que tiene que ver con la tierra,
han terminado convirtiéndose en una creencia tan arraigada, como el sentimiento
del anónimo, pero magistral cantero que las inmortalizó para unas gentes a las
que siempre les estuvo vetado el derecho a la educación.
Una de las historias más populares, aquella, precisamente, que se remonta a los oscuros tiempos de las primeras dinastías asturianas, es el fatal destino del hijo de Don Pelayo, cuyo nombre, Favila, ha quedado asociado, en la memoria popular, como aquel soberano al mató uno de aquellos osos que tanto abundaban en Asturias y que hoy, por desgracia, están poco menos que extinguidos. Pero quizá, lo más sorprendente, después de todo, no sea otra cosa que el emotivo beso de despedida -la conexión del alma es el mejor vidente para vaticinar el futuro de los seres amados- que le dedicó la esposa real, de nombre, Froiliuba, y que en nada desmerece, puestos a hacer comparaciones, a aquellos otros besos de campeonato que quedaron para siempre inmortalizados en las grandes secuencias del cine universal.
In that
surprising natural paradise that is the Principality of Asturias, there are
places where, despite the centuries that have passed, the stones of the old
Benedictine monasteries tell fantastic stories, reduced by academic orthodoxy
to the category of simple legends, but which, despite everything, they have
accompanied, next to the pleasant fire of the home on the inclement winter
nights, a multitude of generations, who, by listening to them with that passion
that emanates from everything that has to do with the earth, have ended up
becoming in a belief as deeply rooted as the feeling of the anonymous but
masterful stonemason who immortalized them for people who were always denied
the right to education.
One of the
most popular stories, precisely the one that dates back to the dark times of
the first Asturian dynasties, is the fatal fate of Don Pelayo's son, whose
name, Favila, has been associated, in popular memory, as that sovereign killed
one of those bears that were so abundant in Asturias and that today,
unfortunately, are almost extinct. But perhaps the most surprising thing, after
all, is nothing other than the emotional goodbye kiss - the connection of the
soul is the best seer to predict the future of loved ones - that the royal
wife, named Froiliuba, dedicated to him, and that in no way detracts, when
making comparisons, to those other championship kisses that were forever
immortalized in the great sequences of universal cinema.
AVISO: Tanto el texto, como las fotografías que lo
acompañan, son de mi exclusiva propiedad intelectual y por lo tanto, están sujetos
a mis Derechos de Autor.
NOTICE:
Both the text and the accompanying photographs are my exclusive intellectual
property and are therefore subject to my Copyright.
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